"Después de lo que ha pasado, ¿qué mallorquinista va a querer sentarse al lado de Molango en el palco como presidente?", se pregunta resignado un trabajador del club. Encontrar un inquilino de la poltrona de Son Moix es uno de los grandes temas que tiene sobre la mesa el consejero delegado del Mallorca, que es consciente que debe acertar con el perfil.

La marcha de Monti Galmés ha dejado huérfano un cargo que siempre ha sido sinónimo de prestigio y por el que ahora pocos parecen aspirar. La nefasta gestión deportiva del hombre fuerte de Robert Sarver en la entidad, que ha provocado el descenso a Segunda B, ha elevado su impopularidad hasta tal punto que pocos quieren relacionarse con él, justo lo contrario que hace poco más de un año, cuando iniciaba el proyecto.

El que esté dispuesto a ocupar la presidencia debe ser consciente de que debe dar la cara por el Mallorca, pero que no va a pintar nada. Su función será puramente de representación institucional, ya sea en el palco en los partidos, tanto como local como visitante, así como también en los actos con las peñas y todo lo que tenga que ver con el club.

La animadversión de una gran parte de la afición hacia el abogado le obliga a acelerar la búsqueda del presidente porque es consciente de que su presencia no gustaría en ningún evento en el que el Mallorca tuviera que estar presente. Algunas fuentes consultadas consideran que lo ideal sería encontrar un exjugador de calado que estuviera dispuesto a asumir ese papel. Sin embargo, las mismas voces apuntan que no sirve cualquiera porque ese cargo le expondría a la primera línea mediática, algo que debería ser capaz de soportar, tanto ante los micrófonos como en sus labores de representación. "No todo el mundo sirve para hablar y no es cuestión de que se meta en jardines o meta a Molango, al entrenador o a los propios jugadores", dice una de ellas.

Está por ver qué sucede con el futuro del exfutbolista Iván Campo, que regresó al Mallorca de la mano de Utz Claassen en la propiedad como embajador y que con Molango ha seguido representando al club en los desplazamientos junto a Galmés.

El empresario manacorí, que rechazó la oferta de continuar que le había presentado el accionista norteamericano Andy Kohlberg, cumplió siempre con su función, aunque en más de una ocasión se sintió demasiado solo ante las protestas de los aficionados al seguir Molango los partidos, a excepción de los últimos, como un aficionado más fuera del palco. Parece que pocos están dispuestos a repetir la experiencia de Galmés.