"El Mallorca se va a levantar y va a renacer", aseguró Maheta Molango el pasado 10 de junio apenas unos minutos después de que finalizara el duelo ante el Getafe que cerraba la temporada y que ha dejado a los bermellones fuera del fútbol profesional. No ha pasado ni un mes y no tiene pinta de que los cimientos en los que se está construyendo el nuevo proyecto en Segunda B nuevo proyecto en Segunda B sean seguros, ni mucho menos. "El club es un polvorín", confiesan afectados varios trabajadores de la entidad consultados por este diario. "Hay mucha gente cabreada y que tiene miedo de abrir la boca por lo que pueda pasar", agrega uno de ellos.

El despido de una decena de empleados anunciado el martes, algunos con más de dos décadas en la entidad, ha sido la gota que ha colmado el vaso en las instalaciones de Son Moix. Y todos los focos apuntan al consejero delegado. "Maheta Molango ha perdido el control del club", dice un asalariado preocupado por el rumbo que está adquiriendo el Mallorca en sus primeros pasos en Segunda B.

Estaba cantado que el club debía aligerar su estructura en una categoría que no es profesional, pero no han gustado ni las formas ni los elegidos. "A él solo le preocupa cuadrar las cuentas delante de Sarver, nada más. No se va a poner a mirar la trayectoria de cada uno, eso le da igual", mantienen algunas voces. Y eso que la mayoría de despedidos percibían un salario mileurista, lejos precisamente de los emolumentos de los ejecutivos de la entidad, que todavía no ha trascendido si se han rebajado el salario a pesar del descenso. De hecho, muchos se quejan de que Molango mantenga su millonario sueldo y que sea el personal más humilde el que pague las consecuencias del desastre.

Los afectados son los utilleros José León y César Mota, ambos con dos décadas en la entidad a sus espaldas tras aterrizar en el club como futbolistas en las categorías inferiores; los fisiterapeutas Vicenç Marí y Martí Ferragut; el enfermero Heliodoro Sánchez; el segundo médico Manuel Sarmiento; y el podólogo Pep Claverol, también con una larga experiencia en el primer equipo del Mallorca. Previamente se prescindió de los servicios del ojeador Manolo Molina, y el preparador de porteros Miki Garro aceptó una oferta del fútbol chino, adelantándose a las presumibles intenciones del club de prescindir también de sus servicios.

Molango está ejecutando el plan de recortes que diseñó con el descenso consumado, una circunstancia que le provocó la reprimenda de uno de sus jefes, el accionista Andy Kohlberg, que no entendía cómo en mayo, y con la Segunda B en el horizonte, todavía no había previsto ese escenario. "Ha formado un 'búnker' con Alfonso Díez -director financiero- y con Javi Recio -director deportivo- y son los que están decidiendo todo, sin escuchar a nadie más", comenta. "El ambiente está enrarecido, los nervios continúan, en la campaña de socios se ha sido muy poco sensible con los de Tribuna Sol, no hay ni presidente y se ha despedido a gente muy válida que quería al Mallorca de verdad", agrega contrariado otro, que asegura que esto solo se arreglará "ganando partidos". Está por ver lo que sucederá, pero es evidente que Molango está asistiendo a un parto complicado en su ilusión de "renacer" el club.