En la que se interpreta como su última comparecencia como entrenador del Real Mallorca, Sergi Barjuan dio ayer un paso atrás en el tono y su nivel de crítica a la plantilla que ha dirigido en diez partidos. "No creo que ningún jugador haya salido ninguna vez al campo a no hacer lo que se le pedía o yo quería", planteó el día después de cargar contra muchos de sus jugadores. "Hay unos cuantos que no han tirado del carro", había declarado en Son Bibiloni.

La alta tensión vivida a lo largo de toda la jornada, el recibimiento combativo en contra de los rojillos, la crítica popular cargando de forma unánime sobre el consejero delegado Maheta Molango y la pitada multitudinaria que durante horas debieron soportar sus futbolistas sobre el terreno de juego parecieron hacer mella en el ánimo y opinión de Sergi.

"Entiendo lo que está pasando esta semana y el gran malestar de los aficionados. Son situaciones complicadas a las que te lleva a veces la vida. Está siendo muy duro para todos", lamentó el entrenador del descenso a Segunda B de un equipo que llevaba 36 años en competiciones profesionales.

Y sobre la situación anímica del vestuario fue muy ilustrativo al admitir abiertamente que "todo son lágrimas". "La gente está dolida, los futbolistas han quedado muy tocados", aseguró Sergi.

Igualmente, el excomponente del dream team del Barça se refirió a su situación personal admitiendo un sentimiento de fracaso. "El objetivo mío es evidente que no se ha cumplido, pero no me arrepiento de nada y mucho menos de haber venido aquí, de todo debemos aprender", planteó.