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Análisis

Aquí no dimite nadie

Maheta Molango recordó ayer en su explicación inicial que el Mallorca llevaba cinco años jugando con fuego hasta que se ha quemado esta temporada. Como argumento para desviar la atención acerca del rotundo fracaso que supone este descenso puede ser muy bueno, pero no sirve. Ni de coña. Por mucho que se recuerde a los Grande, Martí Asensio, Serra, Cerdà o Claassen, algo que le viene de lujo al consejero delegado, no se puede tapar la realidad de este curso. Su trabajo es un ejemplo de una nefasta gestión deportiva con dinero porque empezó de cero. O casi. Tuvo tiempo más que de sobra para diseñar una plantilla competitiva, con mucho más presupuesto que la mayoría de rivales de la categoría, e incluso pudo hacer una limpieza, que no llegó, respecto a los defectos de la temporada anterior. Pero no hizo nada de eso y ahora el Mallorca está en Segunda B. Por supuesto que hay muchos fantasmas del pasado, pero este desastre tiene su nombre y apellido, junto al de Recio, Vázquez y la plantilla, que ha traicionado a todos con su nulo rendimiento. La puesta en escena de ayer fue un espanto, con autocrítica de boquilla intentando pasar por encima de la mayor vergüenza que ha vivido el club en casi cuatro décadas. Ni dimite Molango ni dimite Recio, que quizá no se dan cuenta de que el mallorquinismo no les quiere en el club. Esto huele que va a ser insoportable para ellos, y para todos. Pobre Mallorca.

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