Este golpe, terrible a todas luces, es de los que dejan noqueado a cualquiera sobre la lona y sin posibilidad alguna de levantarse. El Mallorca prácticamente firmó ayer su sentencia y puso un pie y medio, o incluso más, en Segunda B. Cuando más se jugaba la vida fue incapaz de superar a un Numancia que encontró justo lo que vino a buscar. Los bermellones no bajarán por un empate como este después de una Liga tan larga y con tantas ocasiones tiradas a la basura, pero tiene delito no haber logrado el triunfo. Y todavía más haber realizado un encuentro en el que apenas dispuso de ocasiones claras y en la que se evidenció, aunque canse hasta recordarlo, la falta de pegada.

Si ya fue grave no fichar, como sí hicieron otros equipos de la categoría, a delanteros con capacidad de desnivelar partidos, peor fue que en el mercado invernal este error mayúsculo no se corrigiera. Y ahora llegan las lamentaciones. El consejero delegado Maheta Molango, el director deportivo Javi Recio y el entonces técnico Fernando Vázquez son los culpables de este desastre, pero los futbolistas también, por supuesto. En algunos momentos por falta de actitud, en otros por falta de calidad, o por las dos cosas, el Mallorca saldrá del fútbol profesional para vergüenza de todos los que forman parte de este proyecto.

Ahora la permanencia depende de un milagro porque están a tres puntos de la salvación, que marca el Nàstic, con apenas seis puntos en juego y con el golaverage general perdido en estos momentos por dos goles. Todas las opciones de vida pasan por sumar los seis puntos y que los catalanes pierdan en Tenerife y empaten o caigan en el Nou Estadi ante el UCAM, entre otras combinaciones, porque el Alcorcón también puede alterar estos cálculos.

Arrasate llegó con el autobús desde Soria. Y se notó desde el principio porque los rojillos sufrían para superar la telaraña diseñada por el técnico vasco. Lago, muy activo, protagonizó una sensacional acción a los once minutos que acabó con un cabezazo, tras un rechace, que obligó a Aitor Fernández a lucirse. Las directrices estaban claras para el Mallorca porque la única posibilidad de hacer daño era abriendo el campo o con un pase largo, porque por dentro era imposible. Y así lo entendió Campabadal, que se quedó ante el meta tras un gran pase de Sasa, pero su tiro fue flojo. El Numancia iba a lo suyo, con dos líneas muy juntas, pero con capacidad para crear algo de peligro. Marc Mateu asustó con un tiro que se fue fuera, pero poco más. Los baleares ponían las ganas, pero sin despertar miedo. Un disparo de Angeliño o un extrañísimo remate de Brandon, en boca de gol, fueron sus intentos. Eso sí, justo antes del descanso Pleguezuelo se cruzó decisivamente en una acción en la que Ruiz de Galarreta estaba preparado para cabecear a placer.

El Mallorca fue a peor en la segunda mitad ya que perdió el control y eso fue aprovechado por el Numancia para tener sus opciones, como un remate de Dani Nieto o otro de Ruiz de Galarreta. Los isleños, con poca garra, lo intentaron sin fe. Un testarazo de Yuste y sendos disparos de Angeliño y Pol Roigé precedieron a la ocasión más clara de todo el partido. Lekic, que entró en el minuto 72, cabeceó en el corazón del área tras un córner, pero Aitor Fernández se ganó el sueldo. Un bagaje muy pobre para un Mallorca que está a punto de vivir una tragedia deportiva de consecuencias desconocidas. El silencio con el que las casi quince mil personas se marcharon del estadio lo dice todo. Esto da mucha pena.