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Análisis

Me sabe muy mal

Me sabe muy mal

Me sabe mal. Me sabe muy mal que el Mallorca haya jugado así con los corazones de tanta gente. Que haya hecho creer a su afición durante alguna jornada que la permanencia no era una utopía, que podía ser un hecho. Me sabe muy mal por todos aquellos que creyeron hasta ayer que la salvación era posible, que incluso pensaron en viajar a Miranda y dejarse en Anduva esos ahorrillos que tan bien guardados tenían, espero que no cayeran en la tentación de comprar los billetes antes de hora.

Me sabe peor todavía por aquellos que aún hacen cuentas, que revisan la clasificación y se enredan con golaverages que nunca harán falta. Imagínense cómo me sabe por los que todavía estudian a los rivales, por los que miran el calendario y la tabla y piensan que ese equipo o ese otro ganará para beneficiarles. Me sabe incluso mal por Sergi Barjuan, porque el catalán llegó a la isla con la intención de revivir algo que ya estaba muerto y le hicieron creer que la reencarnación era posible.

Me sabe fatal por los casi 15.000 espectadores que ayer cantaban al unísino aquello de ´Sí se puede´. Me sabe mal por sus gargantas, por el sinsentido de esa frase y por lo poco que duran las ilusiones.

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