La falta de pegada es un problema que arrastra el Mallorca desde el principio de la temporada, pero a pesar de los dos triunfos en las tres últimas jornadas que han dado vida en su lucha por la salvación, Sergi debe intentar minimizarla en los cuatro partidos que quedan. No queda otra si pretende elevar el nivel para que la permanencia sea una realidad. Desde la llegada del técnico catalán, el equipo crea menos ocasiones, tanto en acciones de juego combinativo como directo. Es demasiado previsible y la apuesta por Brandon como nueve de referencia no se está traduciendo en una mejora ofensiva. Ni mucho menos.

El canterano, máximo goleador con nueve tantos, ha dicho en más de una ocasión desde que subió al primer equipo que prefiere acompañar al delantero centro, más que ser él quien ocupa ese puesto. Y se nota. Sergi le reclama que busque espacios detrás de los centrales y que sea incómodo para el adversario, pero el resultado es que siempre está demasiado solo. Y sus características tampoco brillan cuando tiene que ir al choque porque precisamente ese no es uno de sus fuertes. En las últimas jornadas Moutinho está siendo su acompañante, pero más allá de su soberbia actuación en el Pizjuán, con dos golazos incluidos, es demasiado irregular. Lago, que se intercambia en ocasiones con el suizo portugués, es un ejemplo de sacrificio, pero tampoco es efectivo, por mucho que fuera el héroe ante el Elche marcando en el tiempo de descuento (1-0).

Angeliño se está mostrando desacertado y su potencia no está marcando las diferencias en la izquierda. Quizá no es un asunto de nombres, pero lo que es seguro es que el Mallorca sufre para crear peligro. Tiene la posesión, con Vallejo y Culio el balón circula con fluidez, pero en una zona que no molesta al rival. Y ese es el gran problema. El fútbol son goles y los rojillos, quintos con menos acierto de la categoría -36-, sufren una barbaridad para meterlos. En manos de Sergi está que esta carencia se note lo menos posible hasta el final. Le va la salvación en ello.