El Mallorca B arrancó un valioso punto del complicado campo del Ebro en un partido que no pasará a la historia del fútbol. Solamente se salvó la primera parte porque hubo goles. En la segunda el conformismo fue la nota generalizada y la escasez de opciones para cualquiera de los dos equipos fue la protagonista. Muchos bostezos, poco fútbol y decepción entre la parroquia local. Los aragoneses tuvieron dos veces a su favor el marcador, pero no lo supieron aprovechar ya que el Mallorca B supo sobreponerse a las adversidades y obtuvo un justo premio a su esfuerzo.

El partido empezó con un madrugador tanto del Ebro, a los seis minutos, gracias al acierto de Gabarre. Un tanto que desconcertó al Mallorca B en los minutos siguientes. Sin embargo, a media que fue transcurriendo el tiempo, los de Pepe Gálvez, se tranquilizaron y empezaron a controlar el partido. Fruto de ello, empezaron a llegar situaciones ofensivas con peligro hasta que en el minuto 23 James logró el premio que con tanta insistencia estaba buscando el equipo bermellón. Pero la alegría le duró muy poco ya que dos minutos más tarde una gran jugada de Chupe la culminó Orbezogo para volver a adelantar en el marcador a los de Zaragoza. Se cumplía el minuto 25.

El filial palmesano tuvo que volver a luchar contra corriente pero no fue impedimento para ver a la mejor versión, hasta el momento, de los de Gálvez. El Mallorca B tiró de casta y a diez minutos para la conclusión de la primera parte Sarmiento logró de nuevo empatar el partido.

Tras el paso por los vestuarios se esperaba que el Ebro diera un paso adelante después de la discreta primera parte de los hombres de Emilio Larraz, pero todo continuó igual. A los aragoneses les faltó iniciativa e inspiración en el centro del campo para generar opciones de gol. Funcionaba la defensa, pero no la delantera. Así, el Mallorca B, sin hacer nada del otro mundo, consiguió controlar el partido y dejar pasar los minutos sin que su portero Valens tuviera algún sobresalto.

A medida que fue llegando el final de la segunda mitad, el dominio arlequinado fue creciendo ya que su rival se conformó con el empate, aunque buscando oportunidades al contragolpe. Así el último cuarto de hora fue un querer y no poder del Ebro ante la desesperación de su entrenador. Ni los cambios introducidos tras el descanso dieron mejor resultado.

Por su parte, el Mallorca B tampoco dio guerra ante la portería de un Montoya que pasó totalmente desapercibido. No hubo claras ocasiones de gol y se llegó al final del partido con el mismo resultado con el que se había iniciado.

El cuadro local dejó escapar una buena ocasión para acercarse a la clasificación para la Copa del Rey, mientras que los baleares se afianzan en la zona tranquila de la clasificación aunque están más pendientes de lo que hace la primera plantilla, que tiene un pie y medio en Segunda B.