Los milagros son cosa de devotos y el Real Mallorca lleva ya demasiadas temporadas orando por la permanencia. Las plegarias de la afición bermellona han encontrado siempre su respuesta, pero ayer el mallorquinista decidió no implorar más, ya no más. El conjunto bermellón cayó en La Romareda el día que debía resucitar y su muerte empieza a escribirse en piedra. A falta de ocho partidos, la permanencia es casi inviable. Es carne de descenso.

A Sergi se le concedió el beneplácito de la duda en su primer partido ante el Nàstic. Ayer su candidatura iba a examen y el catalán suspendió. Intentó revolucionar lo inrrevolucionable y el tiro le salió por la culata. Barjuan aterrizó en el Mallorca con la intención de consumar las ocasiones que creaba el equipo de Olaizola. Desde su llegada, lo único que ha logrado el de las Franqueses del Vallès es que tan siquiera se generen dichas oportunidades. Así es complicado lograr la victoria.

Sergi decidió transformar la alineación en La Romareda dejando solo a cinco futbolistas de los once que iniciaron el encuentro ante el Nàstic del Tarragona. El catalán mantuvo a Santamaría bajo palos pero innovó en defensa introduciendo tres cambios. Retrasó la posición de Yuste e incorporó a Pleguezuelo y Oriol. Su criticado planteamiento conservador en Son Moix, con un Brandon que vagó en solitario por el área catalana, se vio acicalado con la presencia de Lago Junior y Lekic en punta. Si lo que necesitaba el Mallorca era gol, al menos ahí lo tenía. Pero parece que el mensaje del preparador sigue sin calar en el vestuario bermellón, porque al equipo que saltó sobre el césped de La Romareda le sobraban nervios y le faltaban ganas. En los primeros minutos se vio a un Mallorca excesivamente errático en defensa. Yuste y Pleguezuelo se vieron desbordados en demasiadas ocasiones por el ataque maño que tampoco es que hiciera maravillas.

Al equipo de Sergi Barjuan le ganaban la espalda con una facilidad asombrosa. En la línea de ataque las cosas tampoco estaban mucho mejor. La falta de criterio en los últimos metros permitió al Zaragoza zafarse de sus miedos y empezar a labrar jugadas con algo de intención. A la media hora del encuentro, Santamaría tuvo que exhibirse ante una doble ocasión de Ángel y Javi Ros. La insistencia del Zaragoza comenzó a ser irritante y pronto el trabajo dio sus frutos.

Algo se hace muy mal cuando el tanto del conjunto maño llega cabeceado por uno de los jugadores más bajos del equipo rival. Un saque de esquina botado por Lanzarote y mal defendido por Campabadal, encontraba respuesta en el segunda palo en Ángel, que anotaba sin oposición su gol dieciocho en la competición, el primero de cabeza.

Sergi esperó al minuto 60 del encuentro para realizar los primeros cambios sobre su 'revolucionario' equipo. Óscar Díaz sustituyó a un Lekic cuya única aportación fue la de ralentizar el tiempo del encuentro. Barjuan también dio entrada a Salomao y sentó a Culio. El argentino no tuvo su mejor partido y los pitidos en La Romareda no acompañaron para mejorar la situación. Fue Lago, en el 70, quien dispuso de la mejor y casi única ocasión bermellona. En los últimos minutos se volvió a ver un Mallorca que tiró más de corazón que de cabeza, si es que hay algo de los dos en los jugadores de dicha plantilla. La Romareda puso nervioso a un Zaragoza que se metió en su área para sacar balones fuera y ver pasar los minutos.

El conjunto maño logró la victoria y firmó la permanencia. En el otro extremo, el Mallorca sumó su noveno encuentro sin ganar y encarriló, salvo milagro, su descenso a Segunda B. Sergi afrontó en este Mallorca un reto que, visto lo visto, le está viniendo excesivamente grande.