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Análisis

Ningún motivo para no ser pesimista

Lo mejor que puede hacer Molango en estos momentos es dejar de escribir tuits. Del signo que sean. El consejero delegado debería estar...

Lo mejor que puede hacer Molango en estos momentos es dejar de escribir tuits. Del signo que sean. El consejero delegado debería estar callado, no contaminar el ya de por sí enrarecido ambiente y dejar que los futbolistas hablen en el campo, que empieza a ser hora. El pedir no hacer caso a los pesimistas sobra. Está bien animar, insistir en que el milagro todavía es posible -pese a que no hay ningún argumento mínimamente razonable para pensar así-, pero olvidándose de los que no creen en este tipo de mensajes. Motivos de sobra tienen para no creer porque son pocos los que se acuerdan de cuándo se consiguió la última victoria. Y porque el equipo hace tiempo que no juega a nada, porque propone muy poco, porque no marca un gol a nadie y encaja con demasiada facilidad, porque hace buenos a equipos mediocres, y porque es un juguete roto que no cree en sus posibilidades. Porque es el peor equipo de la segunda vuelta y está a cinco puntos de la salvación con ya muy poco en juego. Porque el nuevo entrenador está más preocupado en que no le marquen que en marcar. Por estos y otros muchos motivos que no caben en este espacio hay multitud de pesimistas, señor Molango.

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