La afición no se rinde y está preparando, a través de las redes sociales, diferentes movilizaciones de cara a la gran final del próximo sábado ante el Nàstic. Una convocatoria, dicen, pensada para animar ante la "pasividad de jugadores, técnicos y directivos", pero no exenta de crítica por el pésimo momento del equipo, en una situación desesperada por evitar el descenso a Segunda B.

"El Mallorca se nos va a Segunda B y no parece que a nadie le importe. Desde la directiva nadie dimite, Olaizola no da un paso al lado, los capitanes no hacen más que poner excusas y Molango el pasado domingo se abrazaba con los jugadores", empieza el comunicado, para el que se reclama máxima difusión a través de las redes sociales. "Parece que aquí nadie va a hacer nada, así que vamos a tener que ser los aficionados los que hagamos algo", continúa la nota informativa.

Para tomar conciencia de la importancia del partido del sábado ante el Nàstic, que se encuentra cinco puntos por encima del Mallorca, la afición urge a movilizarse. "No ganar significaría el certificado de defunción. Tenemos que ser muchos e ir todos a una, y que las protestas no eviten que animemos al equipo y viceversa, que los ánimos al equipo no oculten las protestas", señala.

De cara al partido del sábado, se reclama que "todo el mundo vaya de rojo" y que se lleven "pancartas que hagan visible que estás enfadado y que cree incomodidad en el palco". Los aficionados convocados tienen previsto entrar al campo cinco minutos tarde en señal de protesta y, "en el minuto 16 (por el año de fundación del Mallorca), cantaremos 'directiva dimisión'. Si no se va nadie, al menos que sepan que no les queremos", continúa el escrito.

El jueves, a partir de las 19.16 horas movilizarán twitter con el hashtag #ElMallorcanoestámuerto#. Se invita a imprimir diez copias del mensaje con las iniciativas para los aficionados que no estén en las redes sociales.

El Mallorca se juega el sábado uno de sus últimos cartuchos para lograr la permanencia. Será el primero de los seis encuentros que debe disputar en Son Moix, todos ellos una final, obligado a ganarla para no enterrar a las primeras de cambio las escasas posibilidades que existen para conservar la categoría. Un partido del que la afición no quiere quedar al margen.