Misión prácticamente imposible para el Mallorca. Si hay que hacer caso a la historia, a los números, el equipo de Javier Olaizola está sentenciado. Desde que se amplió a 22 equipos la Segunda División, llamada ahora Liga 1/2/3 por motivos publicitarios, solo un conjunto, el Polideportivo Ejido, evitó el descenso a Segunda alcanzando la jornada 32 -a diez del final- con solo 31 puntos, los mismos que ahora suma el Mallorca.

Un dato aterrador y que explica la dificultad que entraña llegar al tramo final de la temporada -los famosos diez últimos partidos a los que se refería el añorado Luis Aragonés- con tan escasa puntuación.

En la temporada 2001-02, el Polideportivo Ejido sumó 19 puntos sobre 30 posibles en las diez últimas jornadas, lo que le fue suficiente para evitar el descenso. Esa misma puntuación no le sirvió al Levante, que cayó al pozo de la Segunda B perjudicado por el golaverage particular, que tanta trascendencia cobra en un final ajustado. Un tercer equipo aquella temporada, el Nàstic de Tarragona, también llegó a las diez últimas jornadas con 31 puntos. Sumó 18, insuficientes para mantener la categoría.

El Mallorca debe tomar como referencia al Polideportivo Ejido. Diecinueve puntos, sobre treinta posibles, le podrían bastar, pero a lo mejor no, y en el caso de llegar a esta puntuación, que firmarían ahora mismo con los ojos cerrados desde el primer al último empleado del club, podrían decidir los golaverages con los diferentes equipos implicados.

A la temporada siguiente, dos equipos, el Ferrol y Badajoz, llegaron a la jornada 32 con solo 31 puntos, una cifra que resultó insuficiente, perdiendo la categoría con 46 y 38 puntos, respectivamente.

El Salamanca, también con 31 puntos en la temporada 2010-11, descendió al ser capaz únicamente de sumar quince en las últimas diez jornadas.

Otros casos

Recurriendo a las hemerotecas se encuentran otros cuatro casos de equipos que se salvaron llegando a las diez últimas jornadas con una puntuación muy baja. El más significativo, y que invita a un moderado optimismo, aunque sea cogido con pinzas, se refiere al Osasuna, que en la temporada 2014-15 se salvó sumando solo trece puntos en las diez últimas jornadas. Llegó a la 32 con 32 puntos y se salvó con 45 en una temporada atípica porque es muy poco corriente que un equipo se salve con tan escasa puntuación. No será el caso de esta temporada, que se da por hecho que la salvación estará en torno a los 50 puntos, uno arriba o abajo.

Otros tres equipos alcanzaron las diez últimas jornadas con 33 puntos -dos más que el Mallorca ahora- y en los tres casos se salvaron. Fueron el Girona en la campaña 2013-14, que evitó el descenso sumando 18 puntos; y el Huesca y Almería, que acumularon 22 y 15 puntos respectivamente, lo que les dio el pasaporte para seguir una temporada más en la categoría de plata.

En cualquier caso, y al margen de la puntuación, del todo insuficiente para pensar en milagros, a no ser que se produzca una reacción que ahora mismo ni el más optimista de los aficionados espera, las sensaciones que transmite el equipo no invitan a pensar en hazañas. Más bien todo lo contrario. El equipo se agarra a que seis de los diez partidos que restan para concluir el campeonato se disputan en Son Moix.

En el hipotético caso, aunque poco probable, de que se sumen los 18 puntos en juego en Palma se alcanzaría la cifra de 49, que pueden ser insuficientes. En este caso, el equipo necesitaría arañar uno o dos puntos en sus desplazamientos, donde se muestra muy poco fiable, con una sola victoria a domicilio en toda la temporada, en El Nuevo Arcángel de Córdoba.

El consejero delegado Maheta Molango se muestra impasible a la desesperada situación y actúa como si nada sucediera. Ayer se le vio en son Bibiloni haciendo carantoñas con Brandon, Angeliño y Pol Roigé olvidando el deprimente patido de Alcorcón, y como espectador en la victoria del filial sobre el Hospitalet.