Más allá de la importancia del punto y de las buenas sensaciones que dejó la segunda parte, el encuentro de ayer dejó claro que el Mallorca pierde en las áreas. En la propia y en la del rival. No se pueden dar más facilidades defensivas ni tener menos acierto en el remate. Quizás la ansiedad o el miedo a fallar son los culpables, pero desde luego es un aspecto a trabajar. No se puede perdonar la vida, porque luego lo pagas. De hecho, ayer le pasó al Levante, que se pudo ir al descanso con una goleada a favor de escándalo. Lo evitó Santamaría, que hizo un partidazo en la primera parte, evitando una derrota clara. Y eso que el Mallorca no había jugado mal, pero el líder tiene las ideas muy claras.
Tanto, que diría que en la segunda mitad pecó de soberbia. Se vio claramente superior y se fue dejando comer el terreno por el Mallorca, que por fin se decidió a dar un paso al frente. A falta de ideas y juego, carácter. Poco más ofrece el equipo de Olaizola, pero igual con eso es suficiente para salvarse en lo queda de Liga. Más que nada porque los rivales directos no están mejor que los rojillos.
No entendí el tercer cambio de Olaizola, Lekic por Lago Junior -yo habría quitado a Moutinho-, pero, mira, cuestión de gustos. Un puntito y buenas sensaciones, pero tranquilos que no hay nada hecho. Porque ayer pudo ser peor.
