El Real Mallorca se juega la permanencia a cara o cruz. La estadística no es del todo halagüeña para un grupo cuya situación es cada vez más comprometida por su incapacidad para cantar victoria. En la última década, solo la mitad de los equipos que superada la jornada 29 contabilizaban treinta puntos -los mismos que atesora el Mallorca- salvaron la categoría. Son números, pero valen para trazar un esbozo de lo que le aguarda al conjunto de Javier Olaizola.
Quedan trece jornadas para finiquitar el campeonato y los rojillos van a tener que subir mucho el listón para esquivar un dramático descenso a Segunda B. Al Cádiz, conjunto que bajó en el curso 2009/10, no le bastaron 21 puntos para salvar la categoría. Tampoco los quince puntos que sumó el Racing en las campañas 2014/15 y 2012/13 evitó la tragedia en Santander. Hace una década la Ponferradina bajó con dieciséis. Y el Alavés se quedó muy corto en el curso 2008/09 al cosechar doce guarismos que le condenaron a la Segunda B.
Por lo general los equipos que mantuvieron la categoría lo hicieron después de poner una velocidad más en el último tercio de la competición. Es llamativo el caso de la UD Las Palmas, que en la temporada 2007/08 sumó 26 puntos en los últimos trece partidos. Los canarios, que ocupaban zona de descenso superada la jornada 29, acabaron la Liga en una cómoda octava posición.
Fue un caso extremo. Al Mallorca debería valerle con sumar veinte puntos para seguir un año más en la categoría de Plata. Con esa renta se salvaron el Alavés (2007/08), Huesca (2011/12), Girona (2013/14) y, con dos puntos menos, el Almería la pasada campaña.
Brecha con la permanencia
De este modo, el grupo de Javier Olaizola necesita seis victorias y dos empates para sellar la permanencia en las próximas trece semanas. Toda una hazaña teniendo en cuenta que hasta ahora ha necesitado 29 partidos para contabilizar ese mismo número de triunfos.
La pasada jornada abrió una brecha de tres puntos entre el Mallorca, cuarto por la cola, y la permanencia. La clasificación empieza a estirarse por abajo y los bermellones se quedarán descolgados si no conquistan una victoria de inmediato. Un nuevo empate en la visita del próximo sábado al Huesca sería un muy pobre botín para los intereses de los hombres de Olaizola. Y dentro de dos semanas visita Son Moix el líder, un Levante que ya cuenta los días para celebrar el ascenso a Primera División.
El equipo sigue aferrándose al clavo ardiendo de las buenas sensaciones para tratar de convencerse de que se mantendrá a flote. Sin embargo, el propio Olaizola ha admitido su "impotencia" porque sus futbolistas no se apuntan un triunfo desde hace cuatro jornadas pese a competir dignamente la mayor parte del tiempo.
Aguarda el tramo decisivo del campeonato, trece jornadas en las que tendrán más opciones los equipos que mantengan la calma. Un problema añadido para los bermellones, que se ven metidos en una pelea para la que no estaban preparados.
Cada vez queda menos para el desenlace. Y la estadística no ayuda a recobrar la fe en las posibilidades del equipo.
