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Análisis

Una permanencia en el alambre

La gravedad de la situación en la que se encuentra el Mallorca queda reflejada en el reportaje que ilustra esta página, en el que queda meridianamente claro que el equipo de Olaizola está condenado a sufrir hasta el final, más que incierto. Remontándose a las últimas diez temporadas, solo seis equipos, en similar situación que el Mallorca a trece jornadas del final -entre 29 y 31 puntos-, lograron salvarse de la quema, y en cinco ocasiones se perdió la categoría.

Reacciones espectaculares no hay que esperar. Son todos los que están y están todos los que son. Y el que sepa amoldarse mejor a la situación es el que acabará sonriendo. Por experiencia, el Mallorca debería ser uno de ellos. Desde que descendiera a Segunda, hace ya cuatro temporadas, en todas ha sufrido prácticamente hasta el final. Pero en ninguna ha llegado al último tercio del campeonato con tan pocos puntos. Ahí radica el problema, y su incapacidad para conseguir dos victorias de forma consecutiva que le catapultaría en la clasificación.

Al margen de los evidentes problemas de ansiedad, Olaizola debe solucionar el grave déficit que presenta en las dos áreas. Le cuesta un mundo batir la portería rival y encaja con demasiada facilidad. Suma dos meses encajando goles en todos los partidos, lo que le obliga a marcar dos para llevarse los tres puntos. Sea el líder Levante, que visita Son Moix el día 25, o el colista Mirandés, con el que se ha de enfrentar en Anduva, los jugadores deben afrontar cada partido como si fuera el último de sus vidas porque el tiempo corre en contra.

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