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Análisis

Olaizola, el fútbol es así

No deja de extrañar que una persona de la experiencia de Olaizola todavía se sorprenda, y se moleste, por una pregunta...

Olaizola, el fútbol es así

No deja de extrañar que una persona de la experiencia de Olaizola todavía se sorprenda, y se moleste, por una pregunta -realizada por este periódico- de cajón cuando se llevan solo diez puntos de 33 posibles y con el equipo en plaza de descenso: "¿Entendería su destitución en caso de que no se gane al Lugo?". Pregunta de manual, que no es la primera y ni será la última vez que se la formulen a un entrenador en situación tan delicada. Le guste o no al técnico del Mallorca, la pregunta se ha de hacer, ayer y en la víspera del partido contra el Huesca si el encuentro de hoy contra el Lugo vuelve a convertise en el relato de un nuevo fracaso. Y siempre en el caso de que continúe en el cargo.

Como tantos otros entrenadores, Olaizola comete el error de tomarse una crítica o una pregunta incómoda como un asunto personal, cuando lo que aquí se juzga es únicamente al profesional. Nadie duda de su mallorquinismo, que pregona cada vez que puede, sino de si es la persona adecuada para pilotar una nave que va a la deriva. Once partidos es tiempo más que suficiente para que el equipo haya reaccionado. Pero por el motivo que sea, no lo ha conseguido. Y, a diferencia de lo que dice, los catorce partidos que restan son muy pocos. Es hora de empezar a sumar de tres en tres y poner fin a discursos estériles. Otra cosa es si tiene a su disposición los mimbres necesarios para lograr el objetivo, que parece que no. Olaizola tiene motivos para estar nervioso porque es mucho lo que se juega, pero si el equipo está así es responsabilidad suya, de los jugadores y de quien confeccionó la plantilla. De nadie más.

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