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Análisis

Milongas que no alivian nada

No creo que a ningún mallorquinista le alivie recordar lo malos que son los árbitros o lo mucho que han perjudicado a su equipo errores tan graves como el de Getafe o Murcia. Es evidente que hay motivos para quejarse, pero también lo es que la penosa y desquiciante situación en la clasificación no es culpa de ningún colegiado. Se pueden buscar excusas, pero hacerlo en la jornada veintiocho es ridículo. El Mallorca está rozando el desastre porque el consejero delegado Maheta Molango y el director deportivo Javi Recio, con la ayuda de Fernando Vázquez, se han equivocado en el diseño de esta plantilla. Pero asumiendo esos errores, los grandes culpables son los propios futbolistas, que no están dando el nivel mínimo que se podía esperar como grupo, salvo honrosas excepciones. Esto es así hoy, ya lo era hace dos meses y lo seguirá siendo en junio, cuando acabe la Liga, ojalá con la permanencia en el bolsillo.

Y eso que desde la llegada de Javier Olaizola el equipo ha elevado su rendimiento en cuanto a juego, pero no en cuanto a resultados. Y cuando no se ganan partidos, todo lo demás suena a milonga. Mirar la clasificación da miedo, pánico y todos los calificativos que quieran. Esa es la realidad y, por muy competitivo que esté siendo el equipo en este 2017, lo cierto es que no está bastando para nada. Es normal que Olaizola quiera proteger a sus pupilos, sobre todo porque son ellos mismos los que tienen que evitar el abismo, pero decir que el equipo está en una "línea ascendente", cuando ha sumado diez de los últimos treinta y tres en juego, es desafortunado, sobre todo cuando la tabla es tan clarificadora. El Mallorca de La Condomina fue mucho menos vistoso que en otras ocasiones, pero obtuvo el mismo resultado de casi siempre: empate o derrota.

El preparador vasco busca cualquier fórmula para conseguir victorias, algo que solo se ha logrado en seis ocasiones de veintiocho. Y ese es el problema de raíz. Ante el UCAM Murcia se dejó escapar una gran oportunidad, pero por fortuna quedan algunas más por delante. Eso es a lo que hay que agarrarse para tener esperanza. Y ya se pasarán cuentas de verdad, algo imprescindible, en verano.

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