Javier Olaizola recupera para el vital desplazamiento a Murcia a uno de los recursos más valiosos del vestuario, Juan Culio, que regresa al equipo después de cumplir un partido de sanción. El argentino aporta liderazgo y oficio en un grupo a menudo demasiado tierno -al menos para los cánones de la categoría- y una buena zurda para desnivelar la balanza si tiene un día inspirado.

Culio está en todos los charcos. Es el bermellón que más tarjetas amarillas ha visto -siete, empatado con Raíllo- y el que más faltas ha cometido: 43. Pero lo que llama poderosamente la atención es que es el futbolista de Segunda División que más faltas ha recibido: 76. Le siguen en este particular ránking Álvaro Giménez, atacante del Getafe, con 74; y el centrocampista del Reus Ramón Folch, con 73.

Culio, uno de los capitanes del Mallorca y emblema de lo que debía ser un exitoso proyecto destinado a pelear por el ascenso, convierte el terreno de juego en un campo de batalla todos los partidos. Es la prolongación de Javier Olaizola en el campo, teniendo en cuenta que el ahora técnico también fue un futbolista de brega y más de una reyerta.

Culio tiene esa picardía que el preparador vasco reclama a sus futbolistas, sin ningún éxito vistos los acontecimientos. "Se les dice que con cuatro gritos y con cuatro faltas lejos del área propia se manejan los tiempos del partido", argumentó Olaizola después de la derrota contra el Tenerife en un claro reproche hacia la tibieza de sus futbolistas en momentos clave de los encuentros.

En este sentido, el técnico solo puede confiar en el argentino, un experto en parar el cronómetro cometiendo faltas, presionando al árbitro o exagerando alguna acción antirreglamentaria del adversario.

Previsiblemente el argentino saldrá de inicio el domingo en el feudo del UCAM, donde el Mallorca afrontará un partido estratégico por la permanencia ante un rival directo. Ayer compareció en Son Bibiloni para advertir de la importancia del desplazamiento y pedir al mallorquinismo paciencia ante un final de Liga que, anticipó, será de infarto.

"Va a ser el partido más importante del campeonato", empezó diciendo el argentino. "Todo sirve de aprendizaje en la vida. Cometimos un grave error contra el Tenerife y ya está. Pero no podemos volver atrás y nadie nos va a dar esos puntos. Solo vale trabajar y llegar al partido contra el UCAM de la mejor manera posible porque no nos sirve ni el empate", añadió.

El bermellón recordó que la permanencia no puede aplazarse hasta el final y reclamó la máxima intensidad en todos los partidos hasta alcanzar el objetivo. "Tenemos que llegar a las tres últimas jornadas bien, no con la soga al cuello. El año pasado el equipo se salvó contra el Valladolid pero no todas las veces te va a salir bien. Hay que ganar esos dos malditos partidos seguidos que se resisten. Tenemos que salir a comernos al rival y cuando el equipo gane dos partidos seguidos el equipo cogerá confianza", argumentó.

Finalmente, agradeció a la grada su paciencia y pronosticó una sufrida permanencia. "La gente es espectacular con nosotros. Otra hinchada nos estaría silbando", admitió. "Bastante nos están ayudando, pero digo a los aficionados que estén tranquilos porque el equipo se salvará. Van a sufrir, eso sí. Le dije a un hincha después de perder contra el Tenerife que estuviera tranquilo porque esto lo salvaremos. Pero también le dije que se prepara el corazón porque será duro", añadió el centrocampista.