Otro gallo le cantaría al Mallorca si hubiera jugado como ayer lo que se lleva de temporada. Intensidad, buena actitud y mucha ambición en el campo de un Girona que aspira a ascender a Primera División. Los bermellones, ayer de blanco, cuajaron una fabulosa primera mitad y resistieron casi toda la segunda parte pero, una vez más, acabó perdiendo por una acción a balón parado a solo dos minutos del final. El cabezazo de Juanpe dejaba sin regalo a un Mallorca que se lo mereció, pero que evidenció algo tan viejo como el fútbol: el que perdona lo paga. Y muy caro.

Olaizola le ha cambiado la cara al equipo, es evidente, porque ahora compite ante cualquiera, pero está siendo víctima de la falta de puntería, que es una herencia que se arrastra desde el verano. En Montilivi se hicieron muchas cosas bien, la mayoría, pero el resultado fue el de casi siempre, sobre todo fuera de Son Moix.

El festival de ocasiones desaprovechadas empezó muy pronto. Juan Domínguez, en el minuto ocho, envió fuera el balón tras un buen pase de Pol Roigé cuando tenía toda la portería para él en el corazón del área. Y justo después, ver para creer. Lago Junior, hiperactivo anoche, lanzó un sensacional disparo que rozó en el portero René y después en el larguero. Era el segundo aviso de los baleares, pero llegarían más. El Girona intentaba tener la posesión, pero las oportunidades eran de los de Olaizola, que se desesperaba en la banda. Otra buena asistencia de Moutinho a Lago parecía la buena, pero el africano llegó demasiado forzado y su tiro se fue alto. Los catalanes apenas hacían daño, a excepción de una acción en la que un providencial Raíllo cortó el pase de la muerte de Alcalá. Pero los focos apuntaban hacia la otra área. A buen seguro que Juan Domínguez, que ha ganado en libertad con el desembarco de su escudero Sasa, todavía se pregunta cómo envió fuera la pelota en el minuto cuarenta. Culio lideró una fantástica contra, Lago le sirvió el pase, que rebotó en un central, y el gallego lo mandó demasiado alto. Los gironins, aturdidos, apenas dieron señales de vida con un disparo lejano de Granell que destuvo Cabrero.

El Girona espabiló en la reanudación. Dio un paso hacia adelante, pero el Mallorca mantuvo el ritmo que había demostrado en la primera. Alcalá lo intentó de falta en un tiro que se fue desviado. Los baleares asumieron que los locales tendrían más el balón, pero tampoco se olvidaron de atacar. Ni mucho menos. De hecho, Pol Roigé tuvo en sus botas el gol, pero su volea tras un córner obligó a una buena intervención de René. Olaizola alimentó la sensación de que quería ganar el partido dando la entrada a Brandon, que dispuso de una oportunidad, pero su tiro fue defectuoso. Los de Machín elevaron todavía más su dominio, pero el Mallorca sabía sufrir. Yuste se cruzó en una jugada en la que Sandaza estaba preparado para rematar y Raíllo, fantástico, aguantó un contraataque de Longo, que acabó estrellando su disparo en la espalda del central.

El Girona asustó todavía más cuando Juanpe, tras un lanzamiento de córner, hizo lucirse a Cabrero, que despejó su testarazo. Lamentablemente, era una acción prácticamente calcada a la que costaría la derrota. Antes, y se veía venir, Culio fue expulsado al ver la segunda tarjeta amarilla. El argentino, que había cuajado una buena actuación, se revolucionó en los minutos finales. Olaizola no le sustituyó y el resultado es que dejó al Mallorca con diez a cinco del final. Y cosas del fútbol, en la siguiente jugada llegó el desastre. Esta vez sí, Juanpe cabeceó a placer tras un saque de esquina y dejó sin premio a los visitantes. Sin ir más lejos, es un gol muy parecido al que encajó hace dos jornadas en Oviedo, con el remate de David Costas. Hay que solucionarlo porque concesiones como estas le están costando demasiado caro a los isleños. Una pena.