El Mallorca fue mejor que el Girona, que por raro que parezca después de verle ayer, ocupa plaza de ascenso directo a Primera. Pero los puntos se los llevó el conjunto catalán por dos motivos, que han sido una cruz para los rojillos a lo largo de la temporada: sus graves problemas para marcar y sus clamorosos errores en defensa, que nunca faltan a la cita. Al igual que en Oviedo, el Mallorca perdió ayer a pelota parada. Y, si al menos no sacó un punto, fue porque está negado ante la portería contraria. De tres claras ocasiones gozó el equipo, pero está claro que ha de crear al menos una docena para festejar un gol. Lo peor fue la expulsión de Culio, que la pedía a gritos ante la pasividad de Olaizola; lo mejor, la imagen del equipo, una indudable mejoría que debe traducirse ya en victorias.
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Análisis