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La crónica

Una expulsión fatal

El Mallorca no pasa del empate en Reus después de adelantarse por medio de Lekic y ver Saúl la segunda amarilla solo un minuto después de que los locales se quedaran con diez a 25 del final - Cabrero fue decisivo al detener un penalti

Por segunda semana consecutiva, al Mallorca se le escapó la victoria en el tramo final del partido, tras adelantarse y no saber conservar la mínima ventaja. Si en Getafe fue un penalti inexistente, ayer, en Reus, fue una indecisión de la defensa que aprovechó el delantero local Máyor para batir a un Cabrero que había sido el mejor del partido.

El Mallorca necesitaba la victoria más que nunca porque los equipos de abajo, que le empiezan a ver las orejas al lobo, cumplieron con triunfos vitales que complican todavía más la delicada situación de los rojillos. El Mallorca no ganó ayer porque le faltó definición -estrelló dos balones en la madera-, pero también porque se dejó dominar por un rival que nunca dejó de creer, pese a sus muchas limitaciones.

El partido no pudo empezar peor para los intereses rojillos porque antes de los cinco minutos se vio con un penalti en contra. Justo, todo sea dicho. Por la incomprensible falta de entendimiento entre dos veteranísimos como Yuste y Cabrero. Una pelota muerta dentro del área no fue despejada por ninguno de los dos. Ante la indefinición se coló Querol y provocó la pena máxima. La lanzó Miramón y Cabrero respondió con una gran intervención.

Fue el penalti acertado, un punto de inflexión en el partido. La parada de Cabrero fue como una vitamina para los jugadores de Olaizola, que se pusieron las pilas. En cambio, el Reus acusó el error y cometió más errores de los deseados por una afición muy exigente, como si lo que está haciendo este equipo -la mayoría de jugadores son los que ascendieron el pasado año de Segunda B- no estuvieran dando el callo toda la temporada.

Estaba cada equipo a lo suyo, el Mallorca defendiendo y no complicándose la vida y el Reus colgando balones al área cuando al cuarto de hora Vallejo coló un balón entre los centrales para Lekic, que superó al guardameta local Edgar para adelantar a su equipo. Fue un gol de pizarra y cartabón. Vallejo, el futbolista que se ha pasado dos años en el gimnasio por culpa de dos gravísimas lesiones, premió la valentía de su entrenador al concederle la titularidad con un pase que hubiera firmado el mismísimo Iniesta o Modric. Todos los jugadores formaron piña con el centrocampista navarro como si él hubiera sido el autor del gol. No lo fue, pero medio tanto se lo debe Lekic, que decidió celebrarlo con la cincuentena de mallorquinistas que se congregaron en el coqueto estadio municipal de Reus.

Un minuto antes el propio Lekic estrelló el balón en el poste con una tijera espectacular. El primero de la tarde, porque a los nueve minutos de la segunda fue Moutinho el que se volvió a cruzarse con la madera. Fue de lo poco que hizo el Mallorca en ataque en una segunda parte para olvidar. El equipo se mostró muy poco ambicioso y entró al campo con la única idea de conservar la mínima ventaja. Se lo puso bien el árbitro al expulsar en el minuto 65 a Jorge Díaz. Le mostró la roja directa por lo que se supone que el jugador local le dijo algo grave. Cuando todo parecía ponerse de cara para el Mallorca, solo un minuto después fue Saúl el que enfiló el camino de los vestuarios al ver la segunda amarilla por una absurda falta en el centro del campo. Aquí se acabaron las ilusiones del Mallorca. Si ya hacía muchos minutos que solo se dedicaba a defender, con diez contra diez se olvidó completamente de la portería rival. Y acabó lo que suele pasar. A quince minutos del final el Reus marcó el gol del empate en una indecisión de los centrales. Máyor fue más listo y logró el empate.

Con algún que otro susto se llegó al final del partido. Habrá que dar por bueno el punto porque, para ser sinceros, el Reus hizo méritos para no acabar de vacío. El equipo de Olaizola sigue invicto en este 2017, pero los empates son insuficientes. Toca ganar ya.

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