Diario de Mallorca

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La crónica

Un puñado de fe

Olaizola suma su primera victoria, conseguida de forma agónica ante un Mirandés muy endeble - Lekic marcó a diez minutos del final y Lago en el 92 después de que el equipo de Claudio estrellara el balón en el larguero - Gran debut de James

Con suspense y sufriendo hasta el pitido final. Así llegó la primera victoria de la etapa Olaizola. Merecida porque durante muchos minutos fue el equipo que con mayor empeño buscó la portería rival. Y a diez minutos del final obtuvo justo premio en un remate de cabeza de Lekic. Lago Junior, con el tiempo cumplido, redondeó el marcador segundos después de que el larguero evitara el empate del Mirandés. Esta victoria, la primera después de cuatro derrotas consecutivas, debe tranquilizar los ánimos de los jugadores y de la institución, que en solo un mes ha pasado de soñar con meterse entre los seis primeros a verse metido de lleno en la lucha por evitar el descenso. Y por lo visto ayer, será así hasta el final. Porque, no nos engañemos, el Mallorca sumó ayer su quinta victoria de la temporada ante un rival que, como los rojillos, está llamado a sufrir hasta la última jornada. Los de Olaizola pasaron demasiados apuros ante un rival endeble, falto de contundencia en defensa y en ataque. Y si es así ante un rival con tan poco que decir, qué no será ante contrincantes de mayor enjundia.

Le costó al Mallorca cogerle el punto al partido. Tanto como media hora, que coincidió con la entrada de Lekic por el lesionado Culio. Hasta ese momento fue un querer y no poder de los hombres de Olaizola, que había reclamado a sus hombres que ante el Mirandés se viera el ADN que lleva su nombre. Ni por esas. Sus jugadores eran un manojo de nervios, conscientes de lo que se jugaban. Y el Mirandés, otro equipo con muchas limitaciones, intentaba sacar partido en rápidos contragolpes que ponían el ay en el cuerpo de los aficionados mallorquinistas, que ayer acudieron en menor número -menos de ocho mil- ya sea por el paupérrimo papel del equipo o por ser día de Reyes. Vaya usted a saber.

Por tercer partido consecutivo, tantos como se ha sentado en el banquillo, Olaizola ensayó con su tercer delantero centro. El primero fue Dalmau, ayer lesionado; el segundo Lekic y ayer Lago. Y en los extremos, Moutinho y un James que sorprendió por su descaro. Mientras le aguantaron las fuerzas, fue el jugador más desequilibrante del Mallorca. James es un futbolista más que interesante. Es rápido, conduce bien el balón, posee un buen toque y es generoso cuando conviene. Es decir, no es egoísta, lo que redunda en el bien del equipo. La mayoría de las acciones ofensivas del Mallorca llevaron su sello. Hipermotivado, James debió pensar que ayer tenía que ser su día para quedarse en la primera plantilla. Y a fe que lo consiguió. Fue sustituido por Ángel Sánchez, otro del filial, a veinte minutos del final, entre tocado y agotado. Y ovacio nado por una afición que valoró su entrega y compromiso. Se ha ganado seguir. Incluso de titular.

La cruz de la moneda fue Moutinho. El portugués está señalado por la grada, que no le perdona una. Técnicamente es de lo mejor del equipo, pero su indolencia pesa más. Pierde balones demasiado fáciles y se sacrifica poco por el grupo. Olaizola le sustituyó entre pitos a ocho minutos del final, pero ni su apoyo al jugador acompañado de carantoñas evitó la ira de la afición.

La primera parte acabó con un claro penalti de Álex Ortiz sobre Lago, pero el árbitro prefirió mirar para otro lado. La segunda empezó como la primera, con control del juego del Mirandés, pero sin llegada. Poco a poco el Mallorca se hizo dueño del balón y empezaron a llegar las ocasiones, pero ninguna clara.

Pero si una virtud tuvo ayer el Mallorca es que no se puso nervioso. Era mejor que su rival y sólo era cuestión de tiempo que la diferencia se concretara en el marcador. Y llegó el gol por medio de Lekic, que marcó los tiempos como los buenos cabeceadores para rematar un centro de Saúl, debutante ayer. Se desató la locura. El gol valía su peso en oro porque el equipo necesitaba como el comer una victoria que le permita coger aliento.

Las emociones no acabaron ahí. El Mirandés, con todo perdido, se fue definitivamente a por la portería de Cabrero. Pudo cambiar el partido si el disparo de Pedro no hubiera sido repelido por el larguero, con Cabrero batido. Del posible empate a uno se pasó al gol que certificaba la victoria. En la siguiente acción, Lago Junior marcaba el segundo en un rápido contragolpe iniciado por Pol. El Mallorca se toma una semana de respiro. Ya tocaba.

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