Fernando Vázquez está más solo que nunca. O al menos desde que llegó al Mallorca en su segunda etapa hace ahora casi once meses. El entrenador resiste en el banquillo del Iberostar Estadio a pesar de los malos resultados y del rechazó casi unánime de la afición.

Está por ver qué sucede en las próximas horas con el futuro del entrenador, pero el club optó ayer por el absoluto silencio. Se puede interpretar como un momento de reflexión acerca de la situación que atraviesa el equipo, que está fuera de los puestos de descenso gracias al golaverage y que ha sumado dos derrotas consecutivas. Pero lo que es seguro es que este mutismo también lleva implícito una falta de respaldo público a la gestión del gallego, que ayer dirigió la sesión en Son Bibiloni cabizbajo y sin alzar la voz. El consejero delegado Maheta Molango, que tras caer ante el Valladolid decidió abandonar el estadio lo antes posible, ayer tampoco quiso comparecer para aclarar cuáles son los siguientes pasos a seguir. Si apuesta por mantener al preparador para la próxima jornada, que se juega el domingo en Almería -12 horas-, o si decide relevarle del cargo.

El preparador fue el blanco de la ira de los cerca de diez mil seguidores que acudieron el domingo a Son Moix para el duelo ante el Valladolid y que acabó en debacle (0-3). "Vázquez vete ya" se oyó con fuerza cuando los pucelanos marcaron el segundo tanto y también al final del choque. La figura del entrenador, que confesó no haber "escuchado" los abucheos, también está en entredicho en la planta noble del club. No obstante, la última palabra la tienen los dueños, Robert Sarver y Andy Kohlberg. Molango está ante una difícil papeleta porque, en el caso de decidir la destitución, debería asumir ante sus jefes que su apuesta por Vázquez ha sido fallida. Y eso implica admitir errores ante los que le han dado toda la responsabilidad al frente del club.

El suizo estuvo ayer en su despacho como cualquier otra jornada y, por la mañana, presidió la reunión de todos los lunes con los jefes de cada departamento para planificar la semana de trabajo. No se acercó a Son Bibiloni para presenciar un entrenamiento en el que sí estuvieron el director deportivo, Javi Recio, y el embajador de la entidad, Iván Campo.

Ninguno de ellos cruzó palabra con Vázquez, que no abandonó su rostro abatido durante los ochenta minutos que duró la sesión. El técnico centró todas las miradas en el que podría ser su último entrenamiento como bermellón. A las 10:40 horas los jugadores y cuerpo técnico saltaron al césped. Como es habitual en el día después de partido, los que fueron titulares se ejercitaron de forma más suave que el resto. Vázquez charló con ellos, a excepción del capitán Yuste, que se quedó en el gimnasio al estar tocado. Después, ya de forma privada, con Lekic en el primer caso y después con Santamaría, que también evidenciaron su frustración.

Vázquez estuvo alicaído durante todo el entrenamiento, pasado por agua por la lluvia, lejos de las bromas de otras jornadas. De hecho, el preparador físico Jaume Moll y el segundo entrenador Óscar Bruzón fueron los que daban instruciones a los jugadores. Está claro que están soportando un chaparrón, aunque no solo metereológico.