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Liga 1|2|3

Un empate con bronca

El Mallorca rescata un punto ante el Zaragoza, que se adelantó por dos veces, tras superar el grave error de Santamaría en el primer gol, la lesión de Campabadal y la ira de la afición contra Vázquez por el incomprensible cambio de Lago, el mejor

Habrá que dar por bueno el empate porque el Mallorca tuvo perdido el partido durante muchos minutos. Un partido loco, sobre todo la segunda parte, y en el que los de Vázquez fueron víctimas de sus graves errores en defensa. Solo la negativa a levantar bandera blanca ante tanta adversidad permitió sumar un punto. Pudo haber sido peor.

El duelo contra el Zaragoza quedó marcado por dos acciones que, quién sabe, resultaron decisivas para entender el empate a dos final. La primera, el pésimo cálculo de Santamaría cuando, en el minuto 38, fue sorprendido con un lanzamiento espectacular de Juan Muñoz desde su propio campo. Mérito del delantero maño, que tuvo la puntería y la picardía para colocar el balón en el fondo de las mallas. Pero también error, clamoroso, del guardameta mallorquinista. A un portero no le pueden marcar un gol de esta guisa. Estaba adelantado, tal vez en un exceso de confianza, y perjudicó a su equipo. Parte de la afición no se lo perdonó y, al primer balón que tocó, fue pitado, en una decisión que en nada ayudaba a que el equipo se serenase para intentar dar la vuelta al marcador. Los reproches hay que hacerlos al final del partido, nunca en pleno duelo, cuando todo está aún por decidir.

La segunda acción que pudo condicionar el resultado final fue el incomprensible cambio de Lago Junior por Lekic a 25 minutos del final. Todo el estadio menos el entrenador vio que el africano era, de largo, el mejor del Mallorca. El que más ganas le ponía, el que tenía las ideas más claras y el que menos se equivocaba. Vázquez irritó al público, y el gallego tuvo que escuchar "Vázquez vete ya". Está claro que ningún entrenador tira piedras sobre su tejado, pero hay decisiones que son difíciles de entender. Porque antes que Lago, Moutinho pedía a gritos el cambio. El portugués hizo méritos desde el pitido inicial para ser sustituido. Pero tiene algo que solo Vázquez sabe apreciar en este jugador. Será su buen toque de balón, que permitió el empate de Lekic tras el lanzamiento de una falta. Pero ni así es defendible que Moutinho acabara el partido sobre el terreno de juego.

El Mallorca siempre fue a remolque. Empezó bien, como casi siempre. Pero su buen arranque duró apenas un cuarto de hora. Después el Zaragoza se hizo dueño del centro del campo. No pasaba nada en las áreas, hasta el golazo de Juan Muñoz en el minuto 38.

En la segunda parte el Mallorca entró decidido a igualar la contienda. La tuvieron Brandon y Culio. Fueron dos avisos. A la tercera, el argentino remató colocado un gran pase de Company, que hacía diez minutos que había entrado por el lesionado Campabadal, que se dejó ver poco después con unas muletas. Era el minto 61. Quedaba media hora y la remontada era posible. Pero llegó el segundo mazazo. Ocho minutos después José Enrique marcó el segundo al rematar un balón que rebotó en Juan Domínguez y descolocó a Santamaría. Había que volver a remar. Para desgracia de Vázquez el gol llegó dos minutos después del protestado cambio de Lago.

El cambio no le acabó de salir del todo mal al entrenador porque a los ocho minutos de entrar, Lekic marcaba de cabeza su primer gol a pase de Moutinho. Era el empate a dos. Óscar Díaz entró a continuación, en un cambio que estaba preparado antes del gol del serbio, para jugar con toda la artillería posible. Pero el marcador ya no se movería. Visto los méritos de los dos equipos, el resultado hay que considerarlo justo. En el Zaragoza porque aprovechó sus oportunidades y nunca le perdió la cara al partido; en el Mallorca por su fe. Nunca se dio por vencido y le dio para sumar un nuevo punto. No son los tres que dijo Vázquez, en una afirmación temeraria y desafortunada -"no tengo ninguna duda de que conseguiremos la victoria", dijo en la víspera del partido- porque este equipo no da más de sí. Le cuesta un mundo ganar los partidos, sea quien sea el rival, el Alcorcón, el Nàstic o ayer el Zaragoza. Ahora que parece que ha encontrado el camino del gol, encaja con suma facilidad, con errores que está pagando muy caro. Este parece el sino del equipo, sufrir, alguna que otra alegría de tanto en cuanto e intentar mantenerse alejado de la zona de peligro. A no ser que se produzca un cambio radical. Que no parece.

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