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Liga 1|2|3/ La crónica

El Mallorca se lo merecía

Los rojillos suman la primera victoria del curso en un partido en el que fueron superiores al Girona

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El Real Mallorca gana al Girona

Cinco jornadas ha tenido que esperar el mallorquinismo para celebrar la primera victoria de su equipo, que fue despedido con una gran ovación del público tras tumbar al Girona (1-0). Justo en ese momento sonó por la megafonía la mítica canción 'Mi gran noche', obra de Raphael, un reflejo de los sentimientos que afloraban en un instante que debe repetirse muchas veces. Porque es cierto que el gol fue de rebote, ya que tal y como refleja el acta del colegiado, el disparo de falta de Culio tocó lo suficiente en Longo para despistar al meta Bono y que la pelota entrara al fondo de la portería. Y que, a excepción de momentos de la primera parte, el juego no fue tan brillante como en anteriores ocasiones, pero eso ayer daba absolutamente igual. Había que ganar de la forma que fuera para alejar los fantasmas del pasado que tanto daño siguen haciendo.

El Mallorca sigue sufriendo los mismos problemas de definición, ya que volvió a perdonar en numerosas ocasiones, pero también demostró oficio cuando era necesario. Sufrió en algunos momentos del tramo final, pero con un detalle importante. El Girona, el equipo que más dispara a puerta de toda la Liga, no le creó ocasiones claras. De hecho, Santamaría apenas intervino. Es un dato a tener muy en cuenta para calibrar la capacidad defensiva de un conjunto que también supo resistir.

Los bermellones siguen en descenso, pueda sonar a anécdota o no, pero este triunfo debe servir para mirar con mayor ilusión los compromisos en Tenerife de este jueves y el del domingo, otra vez en casa, ante el UCAM Murcia. Es una perfecta ocasión para maquillar este arranque, solo falto de buenos resultados porque, a excepción del calamitoso estreno ante el Reus (0-1), los rojillos han sido superiores a todos sus rivales.

Lo mejor de la primera parte es que el Mallorca, a pesar de las urgencias, no se arrugó desde el principio. El Girona es peligroso al contraataque, tal y como demostró nada más empezar con un intento de remate de Longo que evitó Campabadal. Y después con una acción de Borja García que Cifuentes desaprovechó. Pero más allá de eso, los locales tuvieron el balón y buscaron sin cesar la portería de Bono bajo la batuta de un soberbio Culio. El argentino va sobrado en esta categoría y su llegada es una bendición, ya no solo por sus dotes futbolísticas, sino porque aporta el carácter que tanto se echó de menos la pasada temporada. Junto a la consistencia de Juan Rodríguez y la solvencia de Juan Domínguez, ayer algo más discreto, los baleares se hicieron los dueños del balón.

Tenía que ser el ex del Dépor, Las Palmas y Zaragoza, aunque fuera de rebote, el que marcara el primer tanto del Mallorca en el Iberostar Estadio. Su fuerte lanzamiento acabó dentro de la meta tras tocar en Longo, al que le concedieron el gol en propia puerta. Apenas era el minuto veinte, pero la afición y los jugadores lo festejaron como si no hubiera mañana. Había motivos para ello, aunque después demostraron que querían más. Y eso es lo positivo. Los de Vázquez no se fueron hacia atrás, y eso ya es un significativo avance respecto al pasado. De hecho, justo después Moutinho, que tuvo que ser sustituido por Pol Roigé al sufrir un esguince de tobillo, probó fortuna con un disparo raso ajustado que se marchó fuera por poco.

El Mallorca demostró personalidad y Brandon, que ayer salió como ariete de referencia, también. Un remate suyo con la punta de la bota tras un córner podría haber subido el segundo al marcador, pero se quedó con las ganas. Y antes del descanso lideró una contra en la que no vio a un desmarcado Juan Rodríguez, pero que le cedió a Culio para que su chut se marchara alto. Fueron unos buenos minutos de los rojillos, que se prolongaron en la reanudación.

El Girona dio algunos pasos hacia adelante, pero sus ofensivas quedaban abortadas por un magistral Yuste y compañía. Pol Roigé no supo resolver tras un buen uno contra uno, pero hay dos jugadas del Mallorca que podrían haber evitado los dolores de cabeza del final. La primera en el minuto sesenta, cuando el propio Pol le centró el balón a Juan Rodríguez, que desde la frontal del interior del área grande envió el balón fuera. Y la segunda, más clara si cabe, tras un soberbio pase de Campabadal que dejó solo a Brandon, pero que en el mano a mano con Bono remató desviado. Los isleños bajaron un poco el nivel en ese momento por el empuje del Girona, aunque los catalanes no supieron desarbolar la magnífica telaraña diseñada por Vázquez. Ya tocaba sonreír, pero deben llegar más noches como la de la canción.

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