­"No entiendo por qué Vázquez ha tenido que cambiar el sistema", se quejaba un mallorquinista cuando salía amargado del Iberostar Estadio tras la sonrojante derrota ante el Reus (0-1). Es evidente que la culpa del monumental batacazo que se dieron los rojillos no solo es de su entrenador, pero la decisión de apostar por una defensa de tres -Yuste, Raíllo y Company-, con Lago y Moutinho como carrileros, fue un fiasco. Despistó a algunos de sus futbolistas, que estaban incómodos, y que ofrecieron un rendimiento lejos del exigido. Es cierto que ya ante el Granada, en el Ciutat de Palma hace poco más de una semana, ya llegó a probar ese dibujo, aunque curiosamente fue justo el momento que aprovechó el equipo de Primera para remontar el 2-1 y llevarse el emblemático trofeo (2-3).

Llama la atención que el gallego apostara por un sistema que apenas trabajó en los amistosos de la concentración de pretemporada en Holanda en julio, justo cuando había más tiempo para que se asimilaran sus conceptos. Allí insistió mucho en transmitir sus nociones defensivas, con la presión y la anticipación como una de sus grandes premisas. El de Castrofeito incidía en la idea de un equipo con las líneas muy juntas y que se moviera como bloque, pero en el ´stage´ siempre actuaba con cuatro defensas y no con tres, como eligió para su estreno. Pasó del 4-4-2 o 4-1-4-1 al 3-5-2 para sumar los primeros tres puntos. Y se quedó con las ganas.

Frente al Reus faltó mucha velocidad en el juego combinativo, con Juan Rodríguez y Juan Domínguez en el doble pivote y Culio por delante, pero también profundidad. Los bermellones eran superiores al modesto adversario, pero sin ninguna brillantez. Ni hacía daño por las bandas ni sorprendía entre líneas, salvo alguna contada excepción. De hecho, el Mallorca apenas puso en problemas la meta del conjunto recién ascendido a Segunda, al que ya le iba bien no perder. Tanto Lago como Moutinho, que acabó siendo expulsado en el minuto 52, estaban demasiado lejos de la portería adversaria para explotar sus cualidades de desborde, aunque curiosamente la mejor ocasión del Mallorca llegó con una buena internada del africano y un cabezazo de Colunga.

El propio preparador gallego lo corrigió a la media hora del duelo, cuando el conjunto tarraconense se quedó con uno menos por la expulsión de Miguel. "Jugando con tres atrás nos faltó esa intensidad para presionar la pelota y hacer cambios de orientación. Creamos opciones para desequilibrar la balanza, pero no pudo ser y decidí cambiar a una línea de cuatro. En superioridad nos faltó determinación para desequilibrar. Que te marquen haciendo un solo disparo puede pasar, pero para desactivar eso tenemos que marcar antes nosotros", subrayó después.

Más de un sistema

En la segunda mitad el Mallorca todavía creó menos peligro y, además, llegó el tanto a un minuto del final que certificó la derrota. Vázquez ya anunció que no quiere ser esclavo de un solo sistema de juego y que la defensa de tres no solo sería un recurso, aunque está por ver si tendrá continuidad. Los cambios, con la entrada de Oriol, Salomao y Lekic, al que no le llegó ningun centro desde la banda, por ejemplo, no ayudaron a mejorar. Y el mallorquinismo respondió con abucheos.

El entrenador no ocultó su decepción con el juego de los suyos. Se pasó el verano insistiendo en la idea de que era muy importante empezar bien. Pues la derrota en el Iberostar Estadio deja su discurso en papel mojado, pero lo mejor es que hay margen de sobra para reaccionar. Con tres o cuatro defensas.