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Liga Adelante

En Segunda desde cero

Alejado el fantasma del descenso a Segunda B, es el momento de que el Mallorca se olvide de su pasado en Primera: es de Segunda y tiene que demostrarlo de una vez por todas

Empezar de cero. Ese es el objetivo que debe marcarse el Mallorca de Sarver para volver a ser algún día alguien en el fútbol español. Dejado atrás el fantasma del descenso a Segunda B, que hubiera supuesto todo un terremoto de incalculables consecuencias para la centenaria entidad -entre otras muchas salir del fútbol profesional, con todo lo que ello implica-, la sociedad mallorquinista debe replantearse de una vez por todas su presente y su futuro. Ha culminado de una forma triste su tercera temporada consecutiva en la división de plata, 126 jornadas en las que, con diferentes entrenadores y multitud de jugadores, se ha mostrado incapaz de meterse entre los seis mejores, los que optan a ascender a la máxima categoría.

La presión que supone la autoobligación de lograr el ascenso ha sido una montaña insuperable para el equipo y el club. Y se equivocarán otra vez si se vuelven a marcar el objetivo antes de empezar la temporada. La Segunda es diferente a todo. Asciende el equipo más regular, es una obviedad, pero la regularidad la consigue el que compite más que juega. Cada uno de los 42 partidos que componen la larguísima temporada se ha de jugar como si fuera una final. Y esto es lo que no han entendido los más de 50 jugadores que han pasado por el club en las tres últimas temporadas. Desde el presidente o dueño hasta el último de los jugadores ha pensado que con el escudo en el pecho sería suficiente. Y se la ha pegado una, dos y hasta tres veces, en dos de ellas sufriendo hasta el último minuto del último partido para conservar la categoría.

En el alambre

No puede alegar el Mallorca desconocimiento porque se ha visto en el alambre muchas veces. Por primera vez en años, posiblemente desde la época de Antonio Asensio Pizarro, el Real Mallorca tiene la oportunidad de hacer las cosas bien desde el principio. La próxima temporada empieza hoy. Los dirigentes, liderados por un jovencísimo y por lo tanto inexperto Maheta Molango, disponen de tiempo y dinero, una combinación que suele dar sus frutos si se sabe utilizar. Esta vez no habrá excusa. Pero se equivocarían si empiezan la casa por el tejado. Urge en primer lugar que Molango recapacite. Es ahora mismo el rostro del Mallorca, y solo por eso debe dar una imagen de caballerosidad y corrección que más de una vez se ha echado en falta. Y a la vez, poner la parte deportiva en manos de un verdadero secretario técnico, que conozca el fútbol y a los futbolistas y que sepa cuáles son las necesidades del equipo para, al menos, moverse en la zona noble de la clasificación. Es imprescindible fichar bien, sin duda la tarea más complicada en el fútbol, jugadores comprometidos y que sean conscientes de que detrás de este club hay una afición, tal vez pequeña en número, pero entregada como pocas a la causa.

Si hay que hacer caso de las palabras de Molango, Fernando Vázquez liderará el proyecto de la próxima temporada. Su argumento para justificar su continuidad no está exento de coherencia y de lógica. En las tres últimas temporadas ha habido ocho entrenadores y no ha servido de nada. Por lo tanto, se apuesta por la estabilidad. A partir de aquí, el técnico gallego debe tener voz y voto en los fichajes, y el club está obligado a proporcionarle mimbres para materializar un proyecto cuando menos atractivo.

La receta

Si Vázquez consigue esto, el equipo recaerá en sus manos con todas las consecuencias. La receta para una buena temporada, para luchar por las plazas de arriba, la dio el de Castrefeito minutos después de confirmarse la permanencia: sumar en torno a los 70 puntos, marcar unos sesenta goles y encajar la mitad. El problema es conseguirlo, lo que no se ha sabido en el trienio que lleva el equipo en Segunda. Y para ello se ha de ofrecer la imagen de equipo ambicioso, con hambre de ganar. Lo que se vio en Valladolid, lamentablemente una gota en el océano. Los ejemplos del Alavés y Leganés, nuevos equipos de Primera, son un buen espejo donde mirarse.

Ni de Segunda B ni de Primera División, el Mallorca es un equipo de Segunda que tiene que demostrarlo todo y olvidarse de su pasado, en algunas etapas glorioso. Solo así podrá plantearse algún día volver a ser el que no hace tanto fue.

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