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La Liga

La salvación pasa por Son Moix

El Mallorca se está mostrando mucho más fiable en el Iberostar Estadio, donde ha sumado 32 puntos, que contrastan con los ridículos once a domicilio - Los rojillos visitan al Girona este sábado y reciben consecutivamente al Elche y Córdoba

Ortuño celebra con Pol Roigé el gol mirando a Vázquez. b. ramon

El Mallorca 2015/2016 es una enorme decepción, pero todavía lo es más cuando sale de la isla. Porque en sus encuentros en casa, dentro de la mediocridad general de un curso para olvidar, se está mostrando mejor, o incluso mucho mejor, que los que disputa a domicilio. Por eso la lógica dicta que haya que aferrarse a los dos encuentros consecutivos que hay que afrontar en Son Moix, ante un Elche y Córdoba que quieren subir, más que a la visita a Girona de este sábado, que también sueña con el ascenso. La última jornada se disputa en Valladolid, ante un adversario que estará salvado, pero sería mejor evitar jugarse la vida en Pucela, sobre todo si los isleños no dependen de sí mismos.

Ya con Ferrer y Gálvez los rojillos se mostraban algo más fiables en el Iberostar Estadio, pero con Fernando Vázquez esta tendencia se ha mantenido. Los treinta y dos puntos que ha sumado como local contrastan con los escasos once que ha arrancado lejos de la isla. Pero no solo la diferencia reside en los resultados porque, tal y como reconoce el propio técnico gallego, en el juego tampoco compiten al mismo nivel.

Con un rendimiento sensiblemente mejor como visitante, quizá ahora los fantasmas del descenso estarían mucho más alejados. De hecho, en una hipotética Liga que separara los encuentros como anfitrión y foráneo, el Mallorca pasaría de ocupar la undécima posición en la tabla en Palma, a la quinta por la cola como invitado. Pero mejor ir por partes.

El Mallorca ha perdido tres encuentros en su feudo, curiosamente ante rivales de la parte baja de la clasificación, mientras que ha superado a otros adversarios que luchan por el ascenso. El Huesca (0-1), Valladolid (0-1) y el colista Bilbao Athletic (2-3) han sacado petróleo de Son Moix para el desquiciamento de la afición.

Además se da la casualidad de que cada una de ellas fue con un técnico diferente. Los bermellones han sumado ocho triunfos ante los suyos, pero también ocho empates, entre ellos ante adversarios de la parte alta de la clasificación, como el Alavés (0-0), Nàstic de Tarragona (2-2), Zaragoza (0-0) u Osasuna (1-1). Eso sí, el Mallorca puede presumir de haber derrotado al líder Leganés (3-0), al Oviedo (1-0) o Alcorcón (1-0), aunque el fútbol desplegado en la mayoría de estos encuentros ha sido irregular, alternando ratos de buen fútbol con otros que ayudaron a enrarecer el ambiente. Pero estos treinta y dos puntos como local es un balance más que digno para sujetar la permanencia en Segunda División. Hay un dato que invita a la reflexión. El Mallorca es el tercer equipo que menos goles ha encajado como local, con solo once -Osasuna y Alcorcón han recibido nueve-, mientras que en ataque solo el Bilbao Athletic ha marcado menos -diecinueve-.

Los problemas para estar con el miedo en el cuerpo cuando apenas quedan cuatro jornadas para terminar el campeonato aparecen cada vez que el equipo debe coger un avión para jugar un partido. Porque las prestaciones se reducen drásticamente y las posibilidades de éxito son escasas. Las dos victorias, en Huesca (1-2) y Ponferrada (0-2), han llegado ya con Vázquez en el banquillo, pero los bermellones han perdido la friolera de doce encuentros, algunos con una imagen deplorable, como los recientes descalabros ante el Numancia (2-0), Lugo (2-1) y Albacete (1-0).

La seguridad defensiva que ha demostrado en casa contrasta con el agujero fuera ya que ha encajado la friolera de treinta tantos, el quinto más goleado, mientras que apenas ha anotado quince dianas, uno de los peores registros de la categoría. Por eso parece todavía más complicado el encuentro ante uno de los adversarios más en forma del momento como es el Girona. Pero ahora es cuando más debe demostrar que quiere aferrarse a la Liga Adelante, por mucho que los números demuestren que la salvación pasa por casa.

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