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Preferiría no hacerlo

La mala noticia

El curso debería acabar con multitud de despidos en el vestuario y en la dirección deportiva, pero el Mallorca se aferra al pasado porque el futuro le da más miedo todavía

El planteamiento rácano y cicatero de Fernando Vázquez encalló en el Carlos Belmonte, donde un Albacete desnortado venció casi sin quererlo al Mallorca. Pero la mala noticia no es el nuevo descalabro del conjunto rojillo, sino la insistencia de Molango en la continuidad del técnico en caso de que se logre la permanencia. El Mallorca acumula razones para avergonzar a su menguante masa social en una temporada que debería terminar con numerosos despidos tanto en el vestuario como en la dirección deportiva. Nadal debería estar fuera del club y Molango, que tampoco sabe fichar, debería tener un recambio que ya se hubiera puesto al frente de las operaciones. Pero esto es el Mallorca, un club que se aferra al pasado porque el futuro le da todavía más miedo.

Días de nostalgia

El fútbol recupera su esencia con el fin de la competición, cuando la Liga pone fin a la delirante dispersión de partidos y unifica horarios. Vuelve aquel trepidante carrusel de goles que recuerda a aquel tiempo en el que los aficionados eran parte importante del fútbol, y no un mero elemento decorativo en los estadios. Son dos jornadas abonadas para la nostalgia, un paréntesis que se cerrará con el inicio de la próxima temporada y las televisiones recuperen el control.

Unos crían la fama...

Un año más la Champions ha revitalizado al Real Madrid pese a completar una temporada anodina. Los blancos han alcanzado la final de Milán practicando un fútbol de mínimos. En cambio los que han sido encumbrados como los arquitectos del fútbol total, el Barcelona y Guardiola, han quedado descabalgados. El técnico catalán deja el Bayern sin haber ganado la Champions, que es para lo que se le fichó. Y al cuadro de Luis Enrique no le han llegado las fuerzas para ser competitivo en la Liga y en el torneo continental. Y es que la buena prensa no ayuda a ganar partidos.

No hay consuelo

El Palma Futsal era el vencedor moral de la Copa del Rey desde que descabalgó al multimillonario Inter de la semifinal, aunque esa verdad irrefutable no consoló a nadie cuando a 26 segundos de los penaltis Miguelín hizo trizas el sueño del conjunto de Juanito. Los mallorquines se encaminaban a una tanda en la que podía suceder algo tan mágico como que el humilde ganara al rico, una situación que solo se produce en el deporte. Decir que el Palma Futsal es un milagro sería restar mérito a una directiva, un cuerpo técnico y unos jugadores modélicos; sí es uno de esos casos raros que surgen de vez en cuando en el deporte y que provocan una admiración unánime. Valga también como ejemplo para sus vecinos.

Nueva política, viejos hábitos

La final congregó a una interminable lista de representantes públicos que no se quisieron perder un atractivo desplazamiento a Sevilla, gastos pagados. No faltaron ni siquiera representantes del Consell, institución que solo tiene competencias en el deporte base. Muchos de ellos asistían a su primer partido de fútbol sala, así que hubo que advertirles de que los jugadores del Palma eran los de verde.

¿Servicio público?

La chapuza de Televisión Española cortando el juego decisivo en el partido entre Nadal y Murray en el Abierto de Madrid es de las que hacen historia. Resulta inaudito, incluso para el obtuso ente público, que miles de espectadores se quedaran sin ver el final del partido porque algún iluminado tomó la decisión de dar paso al telediario, que debía empezar a su horario habitual pasara lo que pasara. Y no es la primera vez que este carísimo servicio público mete la pata.

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