De auténtica vergüenza y con muchos motivos para estar preocupados. Si los futbolistas del Mallorca se jugaban ayer la vida, esto da miedo, mucho miedo. Porque en la derrota ante el Albacete, un equipo muy limitado que tiene toda la pinta de bajar a Segunda B, los rojillos quedaron en evidencia. Dice Vázquez que el descalabro no fue un problema de actitud, aunque sus pupilos se esforzaran en demostrar lo contrario. Quizá el problema también está en que el entrenador es incapaz de impedir que unos jugadores con tanto cartel y que demuestran tan poca intensidad tengan al mallorquinismo temblando cuando solo faltan cinco partidos para terminar la Liga. Es verdad que todavía no están en descenso, pero con actuaciones como la de ayer, o la de Lugo hace quince días, está haciendo méritos para ello.
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La dinámica de resultados es una calamidad, con dos puntos de los últimos quince. Este resultado, además, mete en la pelea al Albacete, que junto al Llagostera, que también ganó, ven que el Mallorca es incapaz de escaparse. El gol de Rubén Cruz fue el castigo a una puesta en escena pobre, como si el encuentro no fuera trascendente. Es verdad que los de César Ferrando tampoco hicieron muchos méritos para quedarse con los tres puntos, pero al menos demostraron más hambre que su adversario bajo la intensa lluvia que cayó durante buena parte del encuentro. Una defensa que ha perdido solidez, un doble pivote que perdió muchos balones, unas bandas intrascendentes y una dupla de ataque demasiado sola. Lo peor es que con el marcador en contra el Mallorca no supo cómo hacer daño a un adversario tan frágil. Ya en la primera parte los isleños dejaban entrever que eran superiores técnicamente, pero eso no se plasmaba. De hecho, cada vez que los rojillos aceleraban el balón, los locales sufrían mucho. Pero eso no se traducía en ocasiones claras. Eso sí, a los seis minutos casi se adelantan gracias a un mal despeje de Paredes que obligó a Juan Carlos a despejar como pudo a los pies de Óscar Díaz, que reaccionó tarde y no pudo rematar en condiciones.
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Los manchegos solo hacían daño cuando presionaban la salida del balón de los visitantes, que se mostraron muy torpes en excesivas ocasiones. Portu y Rubén Cruz avisaban con su velocidad a la contra, pero se mostraban muy inocentes. Los baleares fueron ganando metros y en un ataque de Óscar Díaz, que sirvió de tacón a Ortuño, pudieron crear peligro, pero el tiro del murciano se estrelló en un central. Un cabezazo de Aveldaño, tras un córner sacado por Arana, y un chut de Ortuño evidenciaban que el Mallorca estaba vivo a base de fogonazos, pero la acción más clara fue de los albaceteños, cuando Portu avanzó tantos metros sin oposición que se plantó ante Cabrero, aunque Aveldaño se cruzó milagrosamente cuando disparó.
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Los de Vázquez estuvieron lejos de ser un equipo que iba a por el rival en la segunda parte. Porque especular no es un sistema de juego y es justo lo que hacían sus pupilos ante un adversario con enormes carencias y que solo funcionaba a golpe de corazón. El técnico introdujo a Lago Junior y Salomao y desplazó a Pereira a la segunda punta por detrás de Ortuño, pero no se notó. Ni mucho menos. Y si juegas con fuego lo más seguro es que te quemes. Un centro al corazón del área posibilitó que Rubén Cruz, de un certero testarazo, enviara la pelota a la izquierda de un Cabrero que reaccionó tarde y que dejó la impresión de que pudo haber hecho mucho más. Truyols, que no apretó al ariete del Albacete, fue un testigo privilegiado del gol.
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Era el minuto setenta, pero el Mallorca ya no supo cómo reaccionar. Un tiro de Brandon, que acababa de salir, fue lo más destacado de un equipo que se limitó a colgar balones al área, como si fuera para disimular. Incluso los manchegos pudieron elevar la ventaja si César Díaz no hubiera fallado a puerta vacía tras los errores de Aveldaño y Cabrero. La categoría debe salvarse como sea y lo que más asusta es que tiene que ser con estos jugadores. Se avecina otra semana eterna. Esto es insoportable.
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