Esto es para ponerse a temblar de verdad. El gol de Seoane en el descuento, cuando el Mallorca ya celebraba haber arrancado un punto, deja una cruel derrota, pero sobre todo una situación en la clasificación terrorífica. A falta de siete jornadas para el final, los rojillos solo están un punto por encima del descenso con un calendario complicado y, sobre todo, con una dinámica preocupante. Y lo peor es que parece que no reaccionan porque ayer, en ningún momento, dio la impresión de que se jugaran la vida, sobre todo en una nefasta primera parte. En la segunda, ya con el marcador en contra, mejoraron, pero el buen tanto de Damià Sabater a once minutos del final no bastó para salvar los muebles.
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Dice Vázquez que no es un problema de actitud, pero sus jugadores no se esfuerzan en darle la razón. Normalmente en el fútbol, cuando un equipo sale a morder y el otro no, a no ser que sea el Barcelona, Real Madrid o Bayern de Múnich, suele ganar sus partidos. Y es normal que el Lugo se marchara al descanso con un tanto de ventaja porque buscó con mucha más ansia hacerle daño a un Mallorca que parecía que no sabía que el Huesca había ganado en Oviedo el sábado y que eso les acercaba a los puestos de abajo.
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Los bermellones, ayer de negro, sufren demasiado cuando tienen que correr hacia atrás, porque más allá de la velocidad del rival, les falta contundencia. Company dio un gran susto al despejar mal el balón dentro del área pequeña, pero Timon blocó la pelota. Los baleares solo daban chispazos cuando elevaban la velocidad del balón y Colunga, de los pocos que se salvan, lo intentaba. Pero el equipo estaba demasiado inseguro en todas sus líneas, con un Damià perdido y un Sissoko que no ejercía de ancla. Eso sí, las primeras ocasiones claras fueron para el Mallorca. La primera un fuerte tiro de Colunga que se fue desviado y la segunda fue todavía mejor. Timon sacó rápido para Campabadal, que montó un buen contraataque y cedió la pelota al propio Colunga, que obligó al portero José Juan a lucirse tras su potente disparo.
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Sin embargo, la decepción llegó dos minutos después, en el veintidós, con un saque de esquina a favor de los de Vázquez, que se quedaron empanados. Iriome sorprendió con rapidez, Timon se quedó a media salida, y Jonathan Pereira controló y se aprovechó de la falta de contundencia de Campabadal y Company. Su pase a placer fue para que Joselu, con el meta alemán ya en el suelo, le fusilara. Los isleños no solo no reaccionaron, sino que añadieron todavía más nervios a su juego. Los lucenses eran mejores solo por intensidad, nada más, porque si hubieran tenido más precisión el marcador hubiera sido más amplio.
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Antes del descanso Pereira probó fortuna desde la frontal en una jugada muy protestada por Ortuño, que estaba en mejor posición para rematar. Y llegó una acción para desquiciarse. El árbitro pitó un libre indirecto dentro del área y el delantero murciano, en lugar de esperar, quiso sorprender tanto que pilló a Arana desprevenido. La jugada se quedó en nada.
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En la reanudación el Mallorca mejoró solo porque le puso más ganas. No era tan difícil hacerle daño al Lugo, que curiosamente pudo haber resuelto el duelo en los primeros dos minutos, pero Timon estuvo bien, ahí sí, con sendos remates de Joselu y Sergio Marcos. Los gallegos dieron varios pasos atrás, pero los visitantes no acertaban en el último pase. Vázquez sentó a Pereira y Ortuño y dio entrada a Salomao y Óscar Díaz. Se notó especialmente el ingreso del portugués, que dio vida al Mallorca. Con una internada por su banda rompió a la zaga local, le pasó la pelota a Sissoko, que se la cedió a Damià Sabater para que marcara con un disparo desde la frontal del área que rozó en Carlos Hernández. Parecía que se salvaba un punto, visto lo visto bueno, pero el Lugo no había dicho su última palabra y tras algunos ataques a la desesperada, en el descuento, Seoane marcó de tiro raso. Un mazazo que evidencia las penurias de un equipo que hace tiempo que ya no tiene excusas.
Esto ya solo lo salvan los jugadores. Y por eso hay motivos para estar nerviosos.
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