La derrota en Lugo, totalmente merecida por los méritos de uno y otro equipo, no hace más que agravar lo que se atisba desde hace mucho tiempo: la posibilidad cada vez más real de un descenso a Segunda B que sería auténticamente letal para la entidad mallorquinista. Lo que está claro es que jugando como ayer la cosa tiene muy mala pinta. El Mallorca perdió porque fue peor que su rival. Pero, aún siéndolo, se le presentó la oportunidad de no irse de vacío. Ni así pudieron arrancar al menos un punto. Porque el equipo se fue lamentablemente atrás a conservar el empate que nadie se creía.
Los jugadores están atenazados. Juegan a muy poca cosa. La primera parte de ayer fue sonrojante, como tantas otras. El Lugo, un equipo formado por futbolistas modestos, parecía de otra categoría, superior por supuesto. Llegaban antes a todos los balones y le ponían más ganas que su rival. Vázquez parece absolutamente superado por la situación. No sabe cómo salir de esta. Y si está desafortunado en el banquillo -sus cambios son siempre previsibles-, fuera no está mucho mejor. No vino a cuento ayer señalar a Ortuño y justificar su cambio a falta de media hora "porque no estuvo bien". El murciano, con todos sus defectos, es de los pocos que puede cambiar la situación de un partido. El equipo debe reaccionar ya.
