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El enésimo fiasco

El club ha tratado sin éxito de eliminar las pistas de Son Moix con diversos proyectos que se han estrellado contra la realidad

El enésimo fiasco

El frustrado proyecto de Utz Claassen para reformar Son Moix es el último de una larga lista de iniciativas que pretendían acabar con las antipáticas pistas de atletismo y acabaron escondidas en un cajón. Tanto el club como la afición empezaron a lamentar el traslado a Son Moix desde la inauguración del estadio en verano de 1999. Y prácticamente todos los propietarios desde entonces han esbozado diversos planes para salvar la enorme distancia existente entre la grada y el terreno de juego.

"Queremos un campo de fútbol y no un estadio", declaró en junio 2004 Mateu Alemany. El entonces presidente había encargado a Joan Tolo Seguí, arquitecto y consejero del club, un estudio de viabilidad para bajar el césped unos tres metros y aumentar el aforo del estadio. Aquello acabó en vía muerta, pero Alemany seguía teniendo entre ceja y ceja la supresión de la pista por lo que en octubre de aquel 2004 dio un paso más encargando a una empresa de ocio peninsular el diseño de un nuevo plan.

De nuevo se trataba de hundir el césped varios metros y derribar los dos fondos para reconstruirlos más cerca del campo. Esta posibilidad estaba contemplada cuando Guillem Reynés diseñó el estadio, pero la idea también acabó guardada en un cajón. El coste económico de la obra iba a ser estratosférico y Cort se negó a aportar un euro.

En noviembre de 2005 le tocó el turno a Vicenç Grande y encargó al estudio de arquitectura Lamela la elaboración de tres proyectos de remodelación de Son Moix con un denominador común: la eliminación de las pistas de atletismo. Por aquel entonces el constructor mallorquín apuntó cuál era su deseo: "Un estadio para 40.000 espectadores en 2010".

Grande se decantó por un ambicioso proyecto que implicaba la construcción de tres torres que iban a modificar el 'skyline' de la ciudad. Al final las instituciones dieron la espalda al constructor, que tiempo después metió a Drac en el mayor concurso de acreedores de la historia de Balears.

En 2009 recuperó la iniciativa un Alemany que estaba de paso por el club pero que no quiso perder la ocasión de hacer un último intento por reformar Son Moix. Esta vez se trataba de pagar la reforma gracias a la explotación de oficinas y aparcamientos que se construirían en las inmediaciones del estadio. La reforma se tasó en 40 millones de euros y el plan ni siquiera llegó al Ayuntamiento.

En 2010, con Serra Ferrer al mando, su entonces consejero Biel Cerdà tuvo otra idea: reconstruir el Sitjar y devolver Son Moix a Cort. Pero el pollencí agotó la paciencia de los responsables de Cort en 2013 y fue declarado 'non grato'.

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