El partido de ayer es el claro reflejo de la historia mallorquinista, si exceptuamos los dieciséis años de gloria. La historia del Mallorca se ha escrito siempre así: con una casi buena primera parte con gol incluído, descanso y en la segunda mitad penalti en contra, gol, empate y cuatro gritos al árbitro con posterior resignación. Tras los años brillantes, el Mallorca ha vuelto a su idiosincracia.
A tres del descenso
Como alguno intuía, el Almería ya ha salido de la zona de descenso a la que ha vuelto el Huesca y de la que el Mallorca ha estado a cinco, a cuatro y ahora otra vez a sólo tres puntos. De los últimos cinco partidos, se ha ganado uno, se ha perdido otro y se han empatado tres, y los empates complican más que suman. En las próximas jornadas abría que volver a ganar porque las complicaciones pueden convertirse en problemas.
Más oportunidades perdidas
Derrotas como la de Zaragoza pueden resultar hasta previsibles, pero las cosechadas ante equipos como Bilbao Athletic, Huesca o Llagostera, y empates como el de ayer lastran al equipo mallorquinista que en condiciones normales podría estar ya salvado y no sufriendo este calvario semana tras semana por su falta de credibilidad. Es prioritario ganar dos partidos para recuperar tranquilidad.