Una sola ocasión de gol le bastó al Real Mallorca para llevarse un punto de los Juegos del Mediterráneo; inmerecido, pero vital en la pelea por la permanencia. Fue muy superior el Almería, un rodillo casi todo el encuentro. Los andaluces se estrellaron en Cabrero en la primera mitad, y en la segunda dispararon con el punto de mira desviado.
El conjunto de Fernando Vázquez ofreció muy poco y recibió mucho a cambio cuando Yuste cabeceó un libre directo y anotó en la única ocasión de gol de los bermellones en todo el partido. José Ángel empató minutos después para los locales logrando un premio de consolación.
Vázquez no está para asumir grandes riesgos a estas alturas de la competición y con la permanencia comprometida. El técnico repitió el trivote en el centro del campo e impuso el toque de queda desde el primer minuto: había que salvar un punto como fuera.
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Así que el Mallorca puso en marcha su plan: entregar la pelota al Almería, juntar las líneas para estorbar en todo lo posible al rival y confiar en que Ortuño culminara un contragolpe. Toda la responsabilidad recayó en un Almería que con el paso de los minutos acumuló méritos para adelantarse en el marcador.
El primer aviso lo dio Míchel Macedo, cuando recogió un pase en profundidad de Pozo y estrelló el esférico en las piernas de Cabrero. Perdonó el Almería en la primera ocasión en la que logró superar el engranaje defensivo dispuesto por Vázquez.
La tuvo minutos después Lolo Reyes, que estuvo a punto de sorprender a Cabrero con un remate de tacón. Habría sido uno de los goles de la temporada en Segunda, pero la pelota se marchó fuera rozando el poste.
El conjunto de Gorosito dominaba el encuentro a base de energía y ambición. El Mallorca era un equipo destartalado, muy lejos de su mejor versión y de la portería de Casto. Juan Ramírez certificó el monólogo local con una genialidad dentro área pequeña que volvió a exigir lo mejor de Cabrero.
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Se había superado la primera media hora del partido y el grupo bermellón había dimitido en bloque. Muchos futbolistas en el centro del campo y ninguno que pensara, pausara el juego o simplemente fuera capaz de dar un pase con sentido a un compañero. Así llegó el Mallorca al descanso, muerto de miedo e incrédulo por conservar el empate momentáneamente. La estadística era terrorífica: 72% de posesión para el Almería y 28% para los rojillos.
El grupo de Vázquez no purgó sus pecados en el vestuario y afrontó la segunda mitad igual de descompuesto. Quique cruzó demasiado un remate y Juan Ramírez disparó fuera pese a que no encontró ninguna oposición de la zaga bermellona.
Al Mallorca se le habían abierto todas las costuras y Vázquez trató de poner coto a las variadas incursiones de los locales reemplazando a Lago por Campabadal. El mensaje del técnico gallego era inequívoco: defender el 0-0 con un puñal entre los dientes. Por contra, Gorosito revitalizó su ataque dando entrada a Chuli y Uche.
Pero el fútbol es caprichoso, y más en Segunda División. Así que el Mallorca marcó en el único remate entre los tres palos que había hecho en todo el partido. Joan Oriol botó una lanzamiento directo y Yuste impuso su estatura para cabecear la pelota al fondo de la red.
Los hombres de Vázquez habían encontrado petróleo en los Juegos del Mediterráneo sin tan siquiera buscarlo, pero los andaluces no se achantaron. Había mucho en juego, sobre todo para ellos. Chuli estrelló el esférico en el larguero, y en la siguiente acción los locales encontraron premio. El colegiado decretó una polémica falta en el borde del área y el esférico rebotó hasta dos veces en la barrera formada por los bermellones. A la tercera José Ángel coló la pelota en la red de Cabrero después de superar un mar de piernas.
Los rojillos conservaron el punto como si fuera un tesoro y el marcador ya no varió. El Mallorca encontró premio a la racanería y continúa la pelea. La próxima jornada toca recibir al sorprendente Leganés.
