El Real Mallorca tocó fondo y se reivindicó en solo tres días. Lo que sucedió entre la debacle de Palamós y el resurgimiento de Huesca fue un cambio de futbolistas y de sistema. Fernando Vázquez renunció a su habitual 4-4-2 y adoptó un trivote en el centro del campo, misma fórmula utilizada por Albert Ferrer en el pasado y que le dio réditos durante algunas jornadas. Asimismo, el técnico gallego dio protagonismo a algunos valores teóricamente seguros que tiene en la plantilla: Ortuño, Company y Sissoko.
Hasta ayer el técnico gallego no había logrado hacerse entender en un vestuario impermeable a sus conceptos tácticos. Los futbolistas nunca lograron asimilar el abrupto cambio que supuso pasar de la filosofía de Ferrer y Gálvez, basada en la posesión, a la suya, que predicaba un fútbol mucho más directo.
Sin embargo, al menos ayer volvió a un sistema que elevó las prestaciones del Real Mallorca. Ferrer lo puso en práctica en la visita a Oviedo de la séptima jornada (1-1) -complementado con un doble lateral derecho formado por Company y Campabadal- y lo mantuvo durante varios partidos hasta que los resultados le dieron la espalda y precipitaron su destitución.
El trivote volvió a funcionar, aunque no significa que vaya a ser permanente. Yuste, Sissoko y Damià se complementaron a la perfección y dominaron el centro del campo de El Alcoraz, particularmente en la primera mitad. A los locales les duraba poco la pelota en los pies, y no encontraban grietas por las que penetrar en busca de la portería de Timon.
Paralelamente, Vázquez recurrió a Ortuño en detrimento de Acuña; y a Company en sustitución de Campabadal. Un centro del campo más protegido con Sissoko obligó a renunciar a los dos puntas, por lo que Colunga también desapareció del once que cayó con estrépito el domingo en Palamós.
Dicha transformación desembocó en un Mallorca más serio, confiado y mejor anclado en el césped. Como consecuencia, el grupo de Vázquez tuvo más presencia en el área rival y, esta vez, más fortuna a la hora de materializar dos de las ocasiones más claras -que no las únicas- que dispuso en la primera mitad.
El sistema no es perfecto. El grupo bermellón perdió -o cedió- el control la última media hora ante un Huesca volcado con todos sus efectivos en busca del empate. Y al final hubo suspense. Incluso anunció que podría volver al 4-4-2 contra el Mirandés, pero puede que el partido de El Alcoraz haya sido el punto de inflexión que buscaba hacía muchas semanas.