­Robert Sarver quiere aprovechar cada minuto de su tiempo de estancia en la isla. El propietario del Mallorca disfrutó ayer de una jornada que él mismo había calificado como "libre", pero nada más levantarse dejó el Hotel Sant Francesc de Palma, donde se hospeda, para acercarse a las oficinas del club al Iberostar Estadio y saludar a los trabajadores. La Serra de Tramuntana, donde tenía previsto pasar la jornada, podía esperar.

El banquero estadounidense se mostró cercano con los empleados con los que se cruzó y no perdió la oportunidad de mostrar las instalaciones a su esposa y al grupo de amigos que le acompañan. De hecho, acudió a la tienda del club para comprar una decena de camisetas del Centenario y otros productos de mercadotecnia del club que le obligaron a desembolsar unos mil euros. Pagó como si el establecimiento no fuera suyo y no dudó en posar con la preciada elástica ante la mirada de los curiosos que estaban presentes. También pisó el césped junto a sus acompañantes y pudo comprobar que había mejorado sensiblemente respecto al que vio a principios de enero. "Está mejor el de mi casa", llegó a decir aquel 4 de enero.

El empresario no ocultó que esperaba una mejor situación del Mallorca a estas alturas de temporada, aunque reclamó paciencia. "Siempre estoy preocupado, pero estamos progresando, aunque esto llevará un tiempo", dijo antes de anunciar que pretende presenciar la sesión de hoy de la plantilla, aunque sin conversar con los jugadores. "Con el entrenador, seguramente, no hablaré. Iré a ver el entrenamiento, pero no les diré nada porque es el entrenador el que debe hablar con ellos, no yo", explicó en IB3 Televisió. Sarver, que no abandona la sonrisa de su rostro, se mostró ilusionado por los actos del Centenario que se celebrarán mañana en la previa del duelo ante el Oviedo. "Estará bien. Habrá mucha gente y sé que habrá una fiesta antes del partido y comeremos paella. Será una gran reunión con los seguidores. Será un gran día y estoy contento de estar aquí", resaltó.

El dueño del Mallorca se subió junto a sus amigos al vehículo que les llevó a realizar una ruta clásica para los turistas de la isla. Primero Valldemossa y después comieron en Deià, donde visitaron la casa de Robert Graves e incluso saludaron al hijo del escritor británico, William Graves. Y para finalizar la excursión siguieron por la carretera de la Serra hasta Sóller y el Port de Sóller, donde aprovecharon para fotografiarse. Sarver quería conocer más de cerca cómo es alguna parte de la isla del club del que quiere volver a hacer grande.