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Opinión

Cúper y Alemany animaron una gala irregular

Con las lógicas subidas y bajadas de un acto de casi tres horas de duración, la gala que el pasado domingo abrió los actos del Centario del Mallorca fue más que digna, pero con más altibajos de los deseados. Cúper, auténtico icono del mallorquinismo, se metió a los asistentes al Principal en el bolsillo con un discurso emotivo, declarando su amor al club y a la isla, que se ha hecho suya, dijo, pidiendo un perdón que fue respondido con aplausos. Alemany, en un discurso sin papeles, y en mallorquín "porque cuando hablo del Mallorca solo lo sé hacer en mi lengua", apeló a la fuerza de la afición y a cómo se le puso "la piel de gallina" cuando vio a miles de camisetas rojillas en la final de Mestalla de 1998.

Fueron los dos momentos culminantes de una gala a la que le sobró alguna actuación. Como la de Beltrán, el que fuera presidente del club en la etapa de Antonio Asensio. Consciente de su carisma, se lanzó a la yugular de la actual propiedad, representada en la platea por el consejero delegado Maheta Molango. "El corazón de los mallorquines no se compra ni se vende, eso se tiene que conquistar". Posiblemente tenga razón el de Campanet, pero no era ni el momento ni el lugar en una jornada festiva como la del domingo y que, como era de esperar, molestó a Molango y Claassen.

La gala será recordada por los las presencias y las ausencias. Es injustificable la de Serra Ferrer, uno de los mejores entrenadores en la historia del club, ajena a la organización. El pobler ha hecho borrón y cuenta nueva y, tras abandonar el Mallorca quemado, se ha desentendido del Centenario. Un error, porque forma parte, para lo bueno y para lo malo, de la historia del Mallorca. Como tampoco es de recibo la de Cladera y Tomeu Vidal, ambos presidentes.

Otras, como las de Manzano o Etoo, el entrenador y la figura del Mallorca de la Copa de 2003, estaban justificadas porque residen en China y Turquía. Pero, en pleno siglo XXI, qué costaba mostrar un video en el que enviaran un mensaje a la afición en una fecha tan señalada. No fue una fiesta completa, pero valió la pena.

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