Diario de Mallorca

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Entrevista

Jovan Stankovic: "No perdimos ni en Mestalla ni en Birmingham porque vinieron 30.000 personas"

"Odiaba a Víctor Muñoz porque con él jugaba poco. Ahora que soy entrenador he aprendido a entenderle" - "A los 25 años no había salido de Serbia y pensaba dejar el fútbol. Entonces el Mallorca me llamó" - "En diez años nadie del Mallorca me ha ofrecido nada. El Baleares lo hizo, ¿por qué negarme?"

Jovan Stankovic posa para este diario el pasado viernes en el Moll Vell. guillem bosch

¿Qué está haciendo ahora?

—Hace tres años acabé el curso de entrenador en Madrid. Estuve con Luque, Tristán o Gerard, buena gente con la que jugué. Ahora estoy trabajando en el Estrella Roja.

¿Sigue al Mallorca?

—No, en Serbia no se ven los partidos de Segunda División de España. Pero estoy pendiente de lo que sucede por Facebook y después de los partidos miro el resultado.

Desde que se fue del Mallorca no se ha vuelto a ver una zurda como la suya por aquí.

—Bueno. Aquí han jugado Arango, Luque, Riera... Lo que ocurre es que aquella fue una época inolvidable. Jugamos dos finales importantes... No ganamos ninguna, pero bueno. Ganamos la Supercopa, quedamos terceros en Liga. Fueron tres o cuatro años históricos para el Mallorca.

Usted entrenó a las órdenes de Héctor Cúper y de Luis Aragonés. ¿Cuál de los dos le aportó más?

—Eran muy diferentes, aunque tenían una cosa en común: las pretemporadas eran extremadamente duras. Eran grandes entrenadores y lo demostraron en todos los equipos en los que estuvieron, no solo en el Mallorca. Yo siempre digo que he tenido la suerte de tener a los dos mejores entrenadores del mundo.

Aceptó jugar en el Atlético de Madrid en Segunda División porque Aragonés se lo pidió expresamente.

—Sí. No estaba cómodo en el Olympique de Marsella y quería salir. Lo que nadie sabe es que entonces yo estaba a punto de irme al Inter de Milán porque Cúper me quería allí. Pero Aragonés me llamó para ir al Atlético. Fue una elección muy difícil porque los dos insistieron y me dieron muy poco tiempo para decidirme. Al final elegí el Atlético porque me llamó más veces que el Inter. Para mí también era importante volver a España.

Volvamos unos años atrás. Llegó al Mallorca de una manera muy rara.

—Es que toda mi carrera deportiva fue muy rara. Me apartaron del Estrella Roja sin decirme por qué. Me enfadé con el entrenador y me dijo que no me quería ver más. Tuve que seguir jugando en Segunda División, pero era todo muy duro porque tenía 25 años y a esa edad ya era muy difícil salir de Serbia. Así que ya me estaba planteando dejar el fútbol. Pero un día, después de un partido, me llamó mi representante y me dijo que el Mallorca estaba interesado en mí. La verdad es que en ese partido yo había estado impresionante, pero no me podía creer que me llegara esa oportunidad. Me dijo que Pepe Bonet me había visto jugar media hora y que me quería. Todo se resolvió en tres días. Fue un flechazo.

¿Y usted no tuvo dudas de ir al Mallorca? Entonces era un equipo mediocre de Segunda.

—Mire, yo quería dejar el Estrella Roja y no tenía más opción. La alternativa era dejar el fútbol y volver a mi pueblo.

Ha protagonizado algunos de los momentos más importantes de la historia del Mallorca. Por ejemplo, marcó el último gol en el Lluís Sitjar. Han pasado muchos años. ¿Para usted sigue siendo importante haber marcado ese gol?

—Por supuesto. Precisamente considero aquel gol el colofón a mi carrera deportiva en el Mallorca. Cuando yo llegué aquí el equipo estaba tercero o cuarto por la cola. Hicimos una temporada impresionante y acabamos terceros, aunque no subimos. El segundo año Víctor Muñoz no me quería tanto, pero ascendimos y asistí en dos goles en la eliminatoria contra el Rayo. Después de aquello mi carrera fue hacia arriba. Cúper no me conocía de nada, pero cuando llegó dijo que para él era imprescindible que nos quedáramos Marcelino y yo. Y lo que pasó después ya lo conoce todo el mundo.

Ha mencionado a Víctor Muñoz, un entrenador que se enfrentó a la grada porque prefería poner de titular a Emmanuel Duah antes que a usted.

—Sí. Hace años yo odiaba a Víctor Muñoz. Pero desde que soy entrenador le he entendido más, veo las cosas de manera diferente. La verdad es que en aquella época solo me entendí con Cúper porque me decía: ‘de mediocampo hacia arriba haz lo que quieras’. En cambio los otros entrenadores me pedían combinar, jugar sin balón... Esa no era mi manera de entender el fútbol. Víctor me pedía tocar, aguantar la pelota... Pero yo no me adaptaba a eso y por eso prefería a Lluís Carreras, que por cierto era muy buen futbolista, o a Duah.

Dio un pase de gol en la final de Birmingham, otro en el ascenso de Vallecas, marcó un gol en la final de Mestalla... Ha estado en todos esos goles que ahora recordamos con el Centenario.

—En aquella época tenía mucha confianza gracias al apoyo de la afición. La gente me ayudó mucho y por eso yo daba más de lo que podía como futbolista.

Vayamos a aquel penalti maldito en la final de Mestalla. ¿Todavía oye en su cabeza el ruido que hizo la pelota cuando chocó contra la valla publicitaria?

—Sí. Mire, yo no hubiera fallado ese penalti si no hubiera sido porque tenía problemas musculares. No jugábamos con dos menos [por las expulsiones de Mena y Romero] sino con tres. Cúper había hecho todos los cambios y yo tuve que aguantar media hora con problemas musculares. No había fallado ningún penalti en toda la temporada, ese fue el primero. Fue un problema físico, mentalmente estaba convencido de que iba a ir dentro.

Si los cien años de historia del Mallorca pudieran resumirse en unas pocas imágenes, una de ellas sería aquel penalti. ¿Le molesta haber sido protagonista de un episodio tan triste y a la vez tan recordado?

—Si le digo la verdad, no fui capaz de ver las imágenes de ese penalti durante diez años. Me molestaba. No sé si era demasiado todo lo que estábamos consiguiendo. No creo que nunca, ningún equipo que acababa de subir, haya logrado lo que nosotros. ¿Subir a Primera y quedar terceros? Era demasiado. También le digo que nadie me ha reprochado nunca lo de aquel penalti.

De todos modos aquella final no se perdió.

—No, no se perdió. Ni tampoco la final de Birmingham. ¿Por qué? Porque 30.000 mallorquinistas se desplazaron para ver los dos partidos y animarnos. Eso fue increíble. No sé si volverá a pasar de nuevo. Hoy en día la gente sigue presumiendo de haber estado en Mestalla o en Birmingham.

Dígame su mejor y su peor momento como jugador del Mallorca.

—Malo, la eliminación contra el Molde. Estábamos a las puertas de la Liga de Campeones, aquel gol suyo que nos eliminó fue terrible. Llevábamos dos años sufriendo, trabajando, lo teníamos todo hecho, y el Molde nos sacó de la Champions. El mejor momento fue aquel último gol en el Lluís Sitjar contra el Celta y el ambiente que había en la grada. Fue más importante la Supercopa, pero ese gol fue el mejor momento que viví como jugador del Mallorca.

En aquella época se hicieron muchas cosas bien para lograr tantos éxitos deportivos. Pero en su opinión, ¿cuál fue el ingrediente secreto?

—Una vez jugamos un amistoso contra el Barcelona. Nos marcaron y todo el mundo cantó el gol. Dos años después, ganamos al Barcelona aquí y todo el estadio lo celebró con nosotros. Ese fue un gran éxito. ¿El secreto? Éramos y somos amigos. Seguimos en contacto por teléfono, Facebook... Había una gran ambiente en el que no había envidias. Los jugadores que no jugaban no creaban problemas, se sentían igualmente parte del grupo. Cúper, Bacigalup y Alfano hicieron un grupo espectacular.

Aquel Mallorca enganchaba a la gente.

—Sí, y el mérito es que hicimos grande al Mallorca con poco dinero. Luego se cobraron traspasos, se convirtió en un club rico y pudo comprar a grandes jugadores. Por ejemplo, ya podía aspirar a fichar al mejor futbolista de Venezuela. Pero nuestro mérito es que con poco dinero hicimos grandes cosas. Claro, había gente muy competente en la directiva como Pepe Bonet o Mateo Alemany. Ficharon a Valerón, Mena, Iván Campo, Carlos Roa... Aquel nivel de acierto no era normal.

¿Con qué futbolista tuvo más complicidad en el terreno de juego?

—Tuve mucha complicidad con Vicente Engonga. Con él me llegué a entender tan bien que me ponía la pelota donde la necesitaba sin mirar. Porque él ya sabía a dónde iba a ir yo.

El Mallorca de ahora es muy diferente. ¿Cómo se sale del pozo en el que está metido desde hace tiempo?

—Cuando quieres hacer un proyecto necesitas muchos años. Será difícil que consigas resultados de un día para otro. Mira el Manchester City; ha invertido mucho dinero y no ha cumplido las expectativas. Necesitas tiempo, al menos un proyecto de cuatro años. En el Mallorca ha habido gente, pero no puedes esperar pasar de ser uno de los últimos de Segunda a subir a Primera División en dos días. Necesitas un proyecto a tres o cuatro años.

¿Qué le parece la llegada de Robert Sarver?

—No lo sé, no les conozco. Imagino que tienen asesores que saben. Es como si yo tengo dinero y compro un club de baloncesto; necesito gente que sepa de baloncesto. Hace tiempo que no me relaciono con el club porque no me gustaban las cosas que estaban pasando. Se necesita tiempo y gente que sepa de fútbol.

Ya han entrenado al Mallorca varios excompañeros suyos: Javier Olaizola, Lluís Carreras y Miquel Soler. ¿Cuándo le tocará a usted?

—Ahora estoy en el Estrella Roja, pero llevo ya seis o siete años en el mundo de los entrenadores. Aprendí con 'Chichi' Soler en el Atlético Baleares y luego estuve observando el método de otros técnicos. Acabé el curso y estuve dos años en el Estrella Roja. La mayoría de los futbolistas que ganaron la Copa del Mundo con Paunovic eran jugadores de mi equipo. La verdad es que un día me gustaría entrenar al Mallorca, es mi sueño.

Verle en el banquillo del Baleares fue un poco raro.

—Nunca estuve en el banquillo...

Pero formó parte del cuerpo técnico.

—Sí, ‘Chichi’ me llamó y yo quería aprender. Dejé el fútbol en 2005 y durante diez años nadie me ha ofrecido ni acercarme al Mallorca. Entonces si ‘Chichi’ me llamó, ¿por qué iba a negarme? En el Mallorca nunca nadie me ha ofrecido nada.

En el Mallorca ha habido ocho entrenadores desde el descenso. Con tantos cambios es imposible madurar un proyecto.

—Está claro. Así no se puede hacer nada. Hasta hace dos meses, cuando ha venido la gente que está ahora, el Mallorca no ha tenido un proyecto. Y así es imposible tener resultados.

¿Qué clase de entrenador es? ¿Se parece más a Cúper o a Aragonés?

—Aprendí mucho de los dos. Tengo entrenamientos grabados de los dos. He cogido cosas de uno y otro. Pero también tengo un estilo propio, claro.

¿Qué aprendió de ellos?

—Aprendí a no complicar las cosas. Cúper me pedía dos o tres cosas simples, todos los jugadores le entendíamos perfectamente. A un futbolista no puedes pedirle demasiado. Que haga lo que sabe, y luego le pides dos o tres detalles tácticos. Si le metes demasiadas cosas en la cabeza se pierde. Le hablo de mi caso: cuando me entrenó Aragonés en el Mallorca me fue muy bien. Pero en el Atlético de Madrid empezó a pedirme muchas cosas y me perdí. Por eso allí no jugué al mismo nivel que en el Mallorca.

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