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El equipo

Un problema mental

El vestuario del Mallorca admite su fragilidad anímica: "Cuando recibimos un gol es como si encajáramos dos", afirma un jugador - El equipo aún asimila las ideas de Vázquez: "Es como una pretemporada"

Yuste lamenta de rodillas el empate del pasado sábado ante el Nàstic de Tarragona. B. Ramon

En el vestuario del Mallorca asumen que tienen un problema que va mucha más allá de lo futbolístico. La fragilidad mental de una plantilla poco madura añade kilos de peso a las botas de los futbolistas. Y esto se traduce en una mala imagen, por supuesto, y en unos nefastos resultados. En las derrotas ante el colista Bilbao Athletic (2-3) y Numancia (2-0) y en el milagroso empate ante el Nàstic de Tarragona (2-2), con una inestimable ayuda arbitral, se han evidenciado algunas de las carencias de los bermellones. Falta personalidad y sobra miedo.

Hay futbolistas que reconocen en privado que en algunos momentos la presión les puede. Se sienten responsabilizados por la mala situación en la clasificación. Y confiesan que los abucheos de la afición también les afecta mucho más de lo normal. En estas revelaciones se detecta el problema de autoestima que existe en el vestuario. Y eso tiene una relación directa con un grave inconveniente. El equipo acusa demasiado los golpes que recibe. "Cuando recibimos un gol es como si encajáramos dos", confiesa resignado un jugador. Le cuesta horrores reaccionar, aunque justamente pueda parecer lo contrario tras conseguir igualar el sábado ante el Nàstic. "Los penaltis nos ayudaron a meternos en el partido", confiesa otro. "Necesitamos ganar para liberarnos un poco de todo porque vernos tan abajo nos afecta", agrega sincero.

Por mucho que suene a tópico, el ambiente entre los jugadores es bueno y han recibido con los brazos abiertos a Fernando Vázquez. "De verdad que hay buen rollo y muchas ganas de trabajar. De hecho, ahora entrenamos mucho más y con más intensidad que antes y también nos estamos adaptando a eso", cuenta un futbolista. "Todos tenemos ganas de hacerlo bien y de gustarle y, claro, eso a veces supone una frustración si sale mal", añade. Y eso evidencia la debilidad anímica del grupo.

También dejan claro que todavía no acaban de asimilar los conceptos, sobre todo a la hora de defender, que intenta imprimir el entrenador gallego. Las diferencias entre Ferrer y Gálvez respecto al actual inquilino del banquillo son grandes. El de Castrofeito quiere que se defienda con las líneas muy juntas y basculando mucho, con presión también arriba. Y en ataque mucha menos elaboración, con un juego más rápido, vertical y directo. "A veces es como si fuera una pretemporada. Por eso creo que con el tiempo y con todo asimilado lo vamos a sacar bien", desliza otro. En el vestuario han aplaudido la llegada de los seis refuerzos de invierno porque elevan el nivel de la plantilla y cinco de ellos -Lago Junior, Óscar Díaz, Ortuño, Pol Roigé y Salomao- ya están teniendo mucho protagonismo. "También es cuestión de paciencia", comenta. La situación en la tabla, con apenas un punto sobre el descenso, no invita precisamente a ello.

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