El Mallorca de ayer en Soria me pareció absolutamente inaceptable. Solo el portero Cabrero estuvo a la altura de lo que debe ser un profesional. El resto estuvieron inocentes, incapaces, inapetentes, y hasta insoportables. Ni los que ya estaban, ni los refuerzos, ni el nuevo entrenador. Nada de nada. La imagen ofrecida por el equipo fue decepcionante y de esta manera puede peligrar hasta la permanencia.
Sin excusas
Y no me valen los arbitrajes, ni las lesiones, ni las sanciones, ni las cargas físicas. Cuatro conceptos a los que se alude con demasiada facilidad y alegría. Es verdad que el penalti del 1-0 mueve Roma. Y es cierto que no estaban los centrocampistas titulares con los que hay que recordar que se perdió también ante el colista. Lo que hay que hacer es ponerse las pilas y dejar de deambular por los campos.
Amor propio
Da la sensación de que da igual quién juegue, a qué hora, qué día y en qué campo. Hay que empezar a tomar medidas serias y alguien debe convencer a los profesionales de que hay que echar mano del orgullo o del amor propio porque de lo contrario este equipo se diluye sin solución. El club desde lo más alto, o el máximo responsable del cuerpo técnico, tienen que tomar decisiones que provoquen una reacción inmediata.
