Era difícil, pero lo lograron. Los jugadores del Mallorca ofrecieron ayer en Soria un espectáculo lamentable. No ya por el juego, sino más bien por la falta de vergüenza deportiva. Ni un simple roce con rivales ni amargas protestas al árbitro. Y tampoco una mala patada producto de la impotencia... Nada. El Numancia no tenía un encuentro tan plácido, seguramente, desde la década de los años 70 del siglo pasado. Tan dócil fue el Mallorca que ni siquiera la afición local tuvo que calentarse en exceso -con Óscar Díaz, a quien en teoría iban a recibir con el cuchillo entre los dientes por haberse marchado tras pagar la cláusula de rescisión.
Tampoco ´calentaron´ a Maheta Molango, el amo del Mallorca en ausencia de Sarver. Ayer, el consejero delegado no tuiteó tras el partido; en un hombre con tanto afán por las redes sociales, muchas cosas debían pasarle por la cabeza tras el descalabro numantino... Su último apunte fue para agradecer la comida y el trato ofrecido por los directivos sorianos, antes del encuentro.
Imagino que Fernando Vázquez tampoco habrá pasado una buena noche. Que alguien con tantos años de fútbol a su espalda casi no tuviera explicación a la actuación de su equipo, da pie a imaginar que la plantilla está mucho peor de lo que nos imaginábamos. Técnica, táctica, física y mentalmente.
