Mejor pecar de inocentes, aunque a estas alturas eso sea una temeridad, y pensar que lo que sucedió el domingo al caer ante el colista fue un grave accidente. Porque de lo contrario habría muchos motivos para preocuparse. Cuantas más horas pasan más complicado es llegar a asimilar cómo un equipo que está en alza y que juega ante sus aficionados, más que nunca este curso, por cierto, se dejó remontar en dos ocasiones y de esa manera. Pero en el fútbol hay tantos ejemplos que es mejor, volvemos a ser ingenuos, aferrarse a cosas que suceden en este maravilloso deporte. Es cierto que la clasificación no invita a estar tranquilos, ni mucho menos, un mensaje que han repetido hasta la saciedad desde el banquillo, el vestuario y hasta la planta noble, pero este Mallorca no va a bajar. Pero tampoco va a subir. Y un palo como el sucedido ante el Bilbao Athletic ha servido para resignar a los más optimistas, que ya hacían cuentas para llegar a las jornada cuarenta y dos entre los seis primeros. También es mejor pensar que Vázquez tuvo un mal día porque merece toda la credibilidad. Sin embargo, en Los Pajaritos sería una buena noticia que sus futbolistas estuvieran frescos y no notaran el trabajo de la semana y que, sobre el césped, estuvieran los mejores. En eso sí que es mejor no ser tonto.
