Diario de Mallorca

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La crónica

El colista retrata al Mallorca con tres goles

El especulativo equipo de Vázquez recibe un mazazo inesperado al caer por 2-3 ante un descarado Bilbao Athletic - Los rojillos desaprovechan dos ventajas en el marcador - Timon falló en el segundo gol visitante y fue expulsado al término del partido por mofarse de un árbitro pésimo

El fútbol no morirá nunca por partidos como el de ayer, el de los imprevistos, el típico rompequinielas. Porque nadie, durante la semana, dudaba de la victoria del Mallorca ante el colista de la categoría, el Bilbao Athletic. El equipo menos goleador, once goles, y que, hasta ayer, solo sumaba tres victorias. Ahora contabiliza cuatro, y la mitad las ha conseguido ante el conjunto mallorquinista, una auténtica madre que ayer quedó retratado una vez más.

Se podrá escudar el equipo de Vázquez en la pésima actuación arbitral, pero cometerá un profundo error. Cordero Vega estuvo muy mal. Pudo perjudicar a los locales al final del partido, pero los cachorros de San Mamés también tienen motivos para quejarse. Por ejemplo, en el penalti cometido por Timon sobre Villalibre en el minuto 65, dos antes de que los vascos marcaran el tercero y sentenciaran el partido. El Mallorca perdió porque fue peor que su rival, que salió a por todas, conscientes de que cada encuentro es una final para ellos. Los hombres de Vázquez no salieron enchufados. Afrontaron el partido como un día más en la oficina, seguros de que al final de la jornada se irían a casa con el trabajo bien hecho. No fue así. Lejos del espíritu que reclama Molango -el consejero delegado quiere guerreros en el campo-, los rojillos estuvieron espesos, víctimas del planteamiento conservador del técnico.

Y eso que no se les pudo poner mejor el partido porque antes del cuarto de hora Lago Junior se presentó ante su nueva afición con un gol. A partir de ese momento, el Mallorca se debió creer que ya tenía los deberes hechos ante el colista, que se hizo dueño del partido. Siete minutos después empató Etxeberria con un gran zurdazo. Los locales no llegaban al área del filial del Athletic. Lago, pese al gol, es más hombre de banda que delantero. Acuña corre y corre pero sigue sin olerla y parece que las oportunidades se le acaban. Dio más sensación de peligro Ortuño en la media hora que estuvo en el campo que el paraguayo en la hora que disfrutó.

De nuevo se le pusieron las cosas de cara al Mallorca, porque al minuto de la reanudación Aveldaño ponía de nuevo en ventaja a su equipo con un cabezazo a un saque de esquina de Pereira. Pero, como en el primer gol, el Bilbao empató siete minutos después por medio de Santamaría, que aprovechó un grave error de Timon en la salida. El alemán protestó un agarrón que le costó una amarilla. Lo cierto es que el fallo existió y el Bilbao, que se lo empezó a creer, empató. El Mallorca quedó tocado. Y hundido cuando en el 67 Vesga ponía el 2-3.

La verdad es que el Mallorca hizo méritos para empatar al final, pero ya se sabe que las prisas son siempre malas consejeras. Oscar Díaz la pifió en su estreno, Pereira tiró fuera y Sissoko reclamó penalti del portero en el minuto 92. El árbitro entendió que el francés se había tirado y vio la amarilla, lo que provocó la ira del público. Eso no fue todo. Yuste vio la segunda amarilla con el tiempo prácticamente cumplido y Timon culminó su desafortunada tarde con la roja una vez acabado el partido. Resulta que el portero fue al árbitro mofándose de él con un aplauso, lo que le costó la roja directa.

La derrota supone un palo inesperado para un equipo que, con la llegada de Vázquez, empezaba a ver la salida del túnel. Tras el fiasco de ayer, el enésimo de la temporada, los que soñaban con la sexta plaza tendrán que empezar a ir olvidándose y centrarse en el objetivo de la salvación, a lo único que se puede aspirar.

Nadie esperaba ver cinco goles entre los dos equipos con menos pólvora de la categoría, y que el Mallorca encajara tres ante el peor ataque. Pero el fútbol es así de caprichoso. Sería imperdonable que el partido se haya perdido por un exceso de confianza. Los números de los hombres de Ziganda y los dos últimos partidos de los rojillos invitaban a que se hubiera producido una ola de optimismo, pero el tópico de que no hay enemigo pequeño se plasmó ayer con toda su crudeza en contra del Mallorca. Nadie puede discutir la victoria del Bilbao ante un rival falto de atrevimiento. Para ganar hay que hacer mucho más.

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