Buen trabajo el del consejero delegado del Mallorca, que ha animado la recta final del mercado de invierno. Ha tenido claro desde el primer momento lo que quería fichar, y lo ha logrado, aunque también es verdad que con dinero en el bolsillo todo es más fácil. Consciente de que con el equipo que había se corría serio peligro de que el proyecto de Sarver se fuera al traste a las primeras de cambio, se ha puesto manos a la obra. Ha fichado a un entrenador solvente, con la experiencia que exige esta complicada categoría, y ha contratado a jugadores solicitados por el técnico.
Ha fichado mucho y, por lo visto el pasado domingo en El Toralín, parece que muy bien. Lago Junior está llamado a ser un hombre clave en este equipo; a Ortuño le bastó media hora para demostrar que el ´9´ del equipo es él y nadie más; Pol Roigè apunta a la suplencia por la gran competencia que tiene, pero su descaro no ha pasado desapercibido a nadie. A la espera de la puesta a punto de Colunga y del debut de Salomao, un hombre que conoce bien Vázquez, la apuesta por Óscar Díaz es la del gol. Entre este jugador, Ortuño y Lago suman 21 dianas, más que todo el equipo del Mallorca.
En el reverso de la moneda, el equipo parece descompensado. Está más que sobrado en la parte ofensiva, en la que, a los nombres citados, hay que unir a Pereira, Brandon, Coro, Acuña y Arana. Pero se echa en falta un jugador que haga la competencia a los intocables Yuste y Sissoko en el centro del campo; un central de garantías para suplir a los también indiscutibles Costas y Aveldaño; o un segundo lateral izquierdo al haber solo uno en la plantilla. El inicio de la segunda vuelta ha de marcar un punto de inflexión en la trayectoria del equipo. Empieza una nueva competición para el Mallorca, obligado a presentar números más acorde a su historial. Hay más calidad que hace quince días, y Molango tiene buena culpa de ello.
