En el siglo de existencia del Real Mallorca hay una temporada particularmente amarga: la 1975/76. El equipo había descendido a Tercera División y el club estaba tan endeudado que la Federación le había prohibido fichar jugadores profesionales. Algunos futbolistas llegaron a pasar hambre y, para colmo, la campaña acabó con una grave acusación de compra de partidos que llevó al exfutbolista Joan Forteza, entonces directivo de la entidad, a pasar una noche en la cárcel.

El Mallorca despedía la temporada en el Lluís Sitjar ante un Mestalla que necesitaba ganar para evitar el descenso. Los valencianos ofrecieron medio millón de pesetas a los bermellones si se dejaban ganar, una fortuna para unos futbolistas que jugaban sin cobrar. Pero aquel grupo entrenado por Manolo de la Torre rechazó el dinero para salvaguardar su honestidad. Se jugó el partido, el Mestalla ganó 1-2 y el presidente del club che, Francisco Trullenque, se empeñó en entregar el soborno.

La cita fue un 5 de junio de 1976 en el bar Cristal de la plaza España. El entonces cuñado de Joan Forteza y delegado del Mallorca, José Forteza Valls, tenía el dinero y debía entregarlo a De la Torre para que lo repartiera entre los jugadores. Sin embargo, el técnico rojillo había tomado una decisión sorprendente: avisar a la Policía y a algunos periodistas para demostrar "su acrisolada honradez y también la de los futbolistas", según recogió la información publicada en este diario.

Por supuesto aquello acabó muy mal. La Policía pilló 'in fraganti' a Forteza Valls en el momento en el que se disponía a entregar a De la Torre un paquete que contenía el medio millón de pesetas. Una fuente anónima implicó a Joan Forteza, que pasó esa misma noche en la cárcel y fue procesado por un presunto delito de estafa. Le acompañarían en el procedimiento judicial que se abrió después su excuñado y Trullenque.

La noticia tuvo un alcance nacional, lo que significa que el Mallorca quedó como un club corrupto pese a que los jugadores no habían cobrado una peseta. La escena que ideó De la Torre, un entrenador que durante toda la temporada había sido noticia por sus excentricidades, dañó gravemente la imagen de un club asfixiado por las deudas y metido en un pozo deportivo. La realidad es que la entidad estaba en un serio peligro de desaparición y aquel feo incidente oscureció todavía más el horizonte.

El juez decretó el sobreseimiento del caso en diciembre de aquel año. Joan Forteza y todos los demás implicados fueron absueltos de todos los cargos. El exfutbolista, todavía un icono del mallorquinismo por haber marcado el primer gol de la historia del equipo en Primera División, abandonó el fútbol durante muchos años, hastiado por todo lo que había tenido que vivir. "No he vuelto a ir al campo ni volveré. He visto algunos trozos de partidos televisados y nada más. De verdad que el fútbol se ha terminado para mí", declaró Forteza a este diario cuando quedó libre de cargos.

Los futbolistas siempre negaron que se dejaran comprar pese a aquella derrota. Y lamentaron las sospechas que se extendieron sobre ellos tras una campaña en la que tuvieron que amagar varias veces con no competir si el club no les pagaba lo que les adeudaba. Fue un pésimo colofón para una temporada que, por cierto, había empezado de la peor manera: con una dolorosa derrota ante el Atlético Baleares en la primera jornada.

Quedarían algunos años de travesía por el desierto antes de que el Mallorca empezara a salir del pozo. Lo logró Miquel Contestí, el presidente que en la década de los ochenta devolvió la gloria a la entidad.