El Real Mallorca espera que el partido de mañana contra el Valladolid sea un punto de inflexión, tanto a nivel deportivo como social. Conquistar un triunfo que sirva para sacar al equipo del descenso y que levante el ánimo de un mallorquinismo que no sale de la depresión.

Será el debut de Maheta Molango en el palco de Son Moix y el objetivo es empezar a ganar el partido antes de que el árbitro decrete el pitido inicial. La iniciativa de regalar dos invitaciones a cada socio está siendo un éxito y ayer el club ya había repartido 2.563 entradas.

Llenar el estadio es una utopía, pero en el Mallorca existe el convencimiento de que la grada presentará el mejor aspecto desde que el equipo consumó su descenso a Segunda. La idea es que Son Moix sea un fortín. La grada provisional volverá a llenarse con niños del fútbol base y de los clubes con los que la entidad balear ha firmado un convenio. Y se contempla la posibilidad de abrir los dos fondos en caso de que la demanda de entradas por parte de los aficionados sea masiva.

El Mallorca considera que la escalada en la clasificación será mucho más difícil sin el apoyo activo de la afición. Hay algo más de once mil abonados -una cifra muy respetable- pero al estadio no suelen ir más de ocho mil. Antes del partido habrá una 'chocolatada' y una diada infantil.

El desembarco de Robert Sarver debería servir para que el mallorquinismo recupere la ilusión. Pero son los futbolistas los que mañana tienen la palabra.