EMallorca se conformó con el sueño de una noche de verano', tituló este diario la crónica de aquel triste partido celebrado en el Carlos Belmonte el 30 de junio de 1.993. La victoria por 1-2 en el partido de vuelta de la promoción de ascenso ante el Albacete fue insuficiente para desnivelar el global de la eliminatoria -los rojillos habían perdido 1-3 en el Lluís Sitjar- y se esfumó la ilusión de volver a Primera División.

Había sido una temporada agitada que comenzó con la conversión del Mallorca en SAD y se enrareció con la sorprendente destitución de Llorenç Serra Ferrer en la penúltima jornada. El equipo había sido diseñado a medida del pobler, que en verano había asumido el bastón de mando en el banquillo y en la dirección deportiva. La exigencia era muy alta: volver a Primera División por la vía rápida. Y mientras Miquel Dalmau preparaba el terreno para transformar el club en una Sociedad Anónima, Serra Ferrer armaba una plantilla de altos vuelos para la categoría de Plata.

La entidad tuvo que hacer un gran

esfuerzo para mantener en nómina a 'Chichi' Soler y Gabriel Vidal, dos futbolistas que habían elevado su caché después de haberse colgado la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona. También continuaron Goran Milojevic, el 'killer' fichado en el mercado de invierno de la campaña anterior; y Vlada Stosic, que aquel curso 1992/93 protagonizó un gran rendimiento. Y sobre todo se contaba con Pepe Gálvez, un jovencísimo delantero formado en la cantera bermellona que había asombrado en su debut el curso anterior.

Existía la sensación -muy real- de que el Mallorca contaba con una plantilla sobrada para ascender. Superior incluso a la del Albacete, que militaba en Primera División. Pero aunque el grupo bermellón se mantuvo casi siempre en la parte alta de la clasificación, nunca llegó a despegar. Una derrota contra el Villarreal en la penúltima jornada le descabalgó del ascenso directo, supuso la destitución de Serra Ferrer y condenó al club a una incierta promoción.

Asumió las riendas un inexperto Jaume Bauzà, encargado de mantener a flote a un vestuario traumatizado por el despido del pobler y presa de los nervios por la perspectiva de jugarse el ascenso a cara o cruz ante el Albacete. Bauzà pagó la novatada en la ida, dejándose sorprender por un Albacete que encarriló la eliminatoria con 1-3. El Mallorca se vació en la vuelta y enmudeció el Carlos Belmonte después de que Luis Delgado y Bogdanovic pusieran en el marcador un 0-2 que subía a los rojillos. Gálvez tuvo en sus botas el 0-3 y la sentencia, pero Antonio puso en la segunda parte el 1-2 que ya sería definitivo.

Aquel fue el último proyecto millonario para tratar de conquistar la máxima categoría. Pasarían otras cuatro temporadas en Segunda y una nueva propiedad antes de que el sueño se hiciera realidad.