Suena complicado, pero no queda más remedio que hacerlo. Y lo antes posible. El Mallorca está obligado a sumar al menos nueve victorias en los veintidós encuentros que quedan para finalizar el campeonato para asegurar su continuidad en la Liga Adelante. Resta toda la segunda vuelta más el encuentro de este domingo ante el Valladolid para conseguirlas, pero teniendo en cuenta que hasta el momento los rojillos apenas han sido capaces de ganar cuatro partidos de veinte, la situación es para tomársela muy en serio.
No hay dos temporadas iguales en cuanto a los puntos necesarios para subir a Primera División, clasificarse para la promoción de ascenso o para no descender, es evidente, pero la estadística de los últimos años invita a sumar un mínimo de cuarenta y siete puntos para evitar el desastre. No sería matemático, pero la lógica dicta que, por lo menos, hay que alcanzar esa cifra. Y lo mejor sería empezar a acercarse a ella frente a los pucelanos en la próxima jornada.
El Mallorca está en posiciones de descenso por méritos propios, con veinte puntos en la clasificación, a solo uno de la salvación que marca el Huesca. La parte baja de la tabla, a excepción del colista Bilbao Athletic, con quince puntos, está igualada, por lo que coger una buena racha de resultados puede bastar para alejarse sustancialmente. El Girona, con veintidós, el Albacete, con veintitrés, el Numancia, con veinticuatro, y el Tenerife y Valladolid, con veinticinco, son los que están justo por delante de los de bermellones. El margen para reaccionar es enorme, pero la experiencia explica que es mejor no dejar los deberes para el final.
La pasada temporada, sin ir más lejos, bastaron cuarenta y cinco puntos para firmar la permanencia en Segunda División. Fueron los que consiguió Osasuna, que respiró solo con uno de ventaja sobre el Racing de Santader. No obstante, en otras campañas no ha sido tan barata la salvación. En el curso 2013/2014 el quinto por la cola fue el Alavés, con cincuenta y un puntos, los mismos curiosamente que el Mallorca. El Mirandés sumó cincuenta, pero se salvó por el descenso administrativo del Murcia. Una situación similar se produjo en la temporada 2012/2013 ya que el primer equipo salvado fue el Hércules de Alicante, con cincuenta puntos. Están por ver los guarismos del presente curso, pero el Mallorca debe intentar despejar todas las dudas que ahora está generando para ahorrarse los sustos de estas dos últimas campañas en Segunda División. En 2014 se salvó en la última jornada empatando a cero precisamente en el Nuevo Arcángel de Córdoba, con cincuenta y un puntos, en un dramático encuentro en el que Javier Olaizola y Pep Alomar dirigían el banquillo isleño. Y la campaña pasada, con Miquel Soler como técnico, la salvación no llegó hasta que faltaban tres partidos para la conclusión, con cuarenta y ocho puntos. El desembarco de la nueva propiedad liderada por el banquero estadounidense Robert Sarver debe servir para mejorar sustancialmente una plantilla que, hasta el momento, no está dando la talla, ni de lejos. Con la apertura del mercado invernal se espera que lleguen refuerzos que cambien la cara a un equipo que debe espabilar. La imagen en Córdoba fue muy mala (3-1), por mucho que enfrente estuviera uno de los claros aspirantes al ascenso.
El nuevo consejero delegado, Maheta Molango, ya ha presentado a Adrián Colunga y Pol Roigé, pero llegarán más. El suizo se mostró muy crítico con los futbolistas pero trató de infundir esperanza en el futuro. "Hay dos opciones: O flagelarse y deprimirse; o coger el toro por los cuernos y actuar. La llegada de Pol y Colunga demuestra que somos gente de acción y que no estoy aquí para perder el tiempo. Es el primer paso hacia el cambio", indicó.
Precisamente un triunfo este domingo ya podría hacer salir a los baleares de los puestos de descenso, el primer paso de una escalada que debe llegar de una vez. El hecho de haber sumado solo veinte puntos hasta el momento es un lastre, pero en sus propias botas está aumentar esta raquítica cifra.
