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Análisis

Sa(r)ver, el salvador del Mallorca

La NBA es el espectáculo deportivo mejor organizado y más provechoso del planeta, por encima de la Fórmula 1, el circuito ATP de tenis o los Juegos Olímpicos. Si fuera usted el propietario de una de las 29 franquicias del baloncesto profesional americano, ¿dilapidaría millones de euros en un club de fútbol renqueante, hundido en una Liga sin relevancia alguna? El Real Mallorca arrastra una crisis de liderazgo tan acusada como... los Phoenix Suns. El ascenso del primero es tan utópico como los playoffs para el segundo. Ambos pabellones alicaídos quedan en manos de un único propietario. Con estos antecedentes, la venta anual del equipo mallorquín causa más estupor que la candidatura del fontanero inglés Paul Davidson. Fue el único aspirante a adueñarse del club que se alojaba en un cuatro estrellas, donde lo entrevisté en el paréntesis de su gira triunfal por las bodegas de Mallorca.

Sa(r)ver ha de ser el Salvador del Mallorca, como su propio nombre indica. Sin pecar de irreverentes, los redentores de la humanidad acometieron una tarea más llevadera. La salida del club de Miquel Ángel Nadal, contratado como cerebro porque iba bien de cabeza, confirma la ignorancia futbolística de Utz Claassen. Sus únicos objetivos inconfesados eran la venta del club envuelto en celofán, y conseguir una audiencia estable para sus peroratas de profesor de Marketing 1.0. Le sucede otro hombre hecho a sí mismo, lo cual augura conflictos con el alemán que preserva una minoría decisiva.

Mi leyenda favorita de los Suns es Steve Nash, el magnético base canadiense que tuvo el coraje de oponerse a la invasión de Irak. Demostró que el baloncesto se juega con el cerebro, a diferencia del fútbol, y su entrada en la operación mallorquinista tranquilizaría a quienes no entendemos un negocio inexistente. Si el hotelero Sarver quería invertir en la isla, hay piezas del rompecabezas turístico más asequibles de lo que permiten prever los jactanciosos hoteleros. Ha comprado la marca de la Mallorca real, no el Real Mallorca.

Como de costumbre, buscad el ladrillo. Mallorca y Arizona, hermanadas por el cambio climático global y por el balón también esférico. Nos adentramos en territorio western, donde imperan leyes distintas. No tenemos elección, y la tradición nos enseña que los extranjeros que desembarcan en la isla con la intención de cambiarla, acaban atrapados en la malla de comportamientos atávicos que no gobiernan ni los indígenas. Habíamos lanzado un SOS o Save Our Souls, y nos envían lógicamente un Sa(r)ver. En sus manos encomendamos nuestro espíritu, el dinero lo pone él.

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